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Mostrarse

        El gran alcance de las redes sociales trajo el deseo de todos que a ellos les gustan mostrarse, publicando lo que comen y sus quehaceres. Los Yotubers e Influencers buscan los likes en sus lives y posts.
      Para ser un Youtuber es necesario destacarse en medio de la nube de buscadores de likes y empleos fáciles. Algunos prometen cosas imposibles como conseguir dinero en el mercado financiero, incluso exhibir su portifolio de bienes, una manera de transformar a todos en nuevos ricos. Por supuesto que son buenas personas que conducirán a todos hacia el paraíso soñado.
        Cosas así siempre existieron. Siempre existieron las pirámides maravillosas que prometían que todo se quedaría bien. ¿Y por qué no? Siempre fue bueno para los que empiezan el proceso. En las redes virtuales el proceso es lo mismo: los que llegan antes, los que tienen la idea antes, los que quitan la ropa antes, son los vencedores.
         Entonces, tenemos los nudos.
         Es increíble en donde llegamos, cuando la gente busca los likes. Y es increíble cómo algún asunto serio, por ejemplo, a la gente poco se les da.
       Existen algunos que intentan enseñar lo que no conocen y, a la vez, no conocen como funciona las enseñanzas tampoco. De repente, las redes son tomadas por especialistas de la nada, críticos analfabetos, cualificando más analfabetos.
        Y llegamos al coach. El coach es el gurú de los nuevos tiempos. Lo más interesante es que los cursos de coaches adiestran a los coaches que se convertirán en otros coaches, como si fuera una linea de productos maravillosa. ¿No es bello?
         Publicar, esparcirse, alcanzar el publico. La gente que imagina ser alguna cosa, sin tener la menor consciencia sobre lo que hacen, intentando llegar al mundo fácil de las ganancias por likes.
Colocar en las redes lo que hacemos no es un pecado. Al final, si la intención es tornarse conocido por hacer lo que se gusta no hay pecado. El pecado es dejar los trabajos en los cajones de un mueble. Para bailar, es necesario ir a la fiesta y ser invitado para bailar.
       El problema es que la cualidad de cualquier obra no está en el trabajo del autor. La cualidad es medida por la cantidad de seguidores. ¿Sería ese un fallo de cualidad o una cuestión comercial? Y es verdad que es una cuestión comercial. Cualidad es vender. Los que venden tienen cualidad. La cuestión sería ¿Qué es cualidad?
        Entretener es fácil. Al final, con un brazo y una camera en la mano, con la internet funcionando, el cielo de los algoritmos es el límite.
        ¿Qué fetiche lleva a un grupo de personas buscar “informaciones y enseñanzas de otro”?
     Ese algoritmo del inconsciente colectivo existe desde tiempos atrás. Al final, mentiras siempre vendieron. El famoso libro de los setenta “¿Eran los dioses astronautas?, un gran éxito, comprobado, se basó en informes verdaderos, colocados en lugares elegidos por el autor. En aquellos tiempos las informaciones no podían ser comprobadas. Hoy, el Google es capaz de dar la respuesta más correcta o, al menos, alguna cosa cerca de la verdad. Sin embargo, también, la publicación de mentiras es muy grande. La noticia más importante es la que es buena para las voces que existen en las cabezas de algunos. Porque en el mundo tecnológico en donde vivimos, las mismas tácticas del pasado continúan funcionando.
       El problema no está en los que hablan cosas y sí en los que las reciben y desean oír lo que les gusta.

Origen de la foto: Foto de Mailchimp en Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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