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Donación

        Si donamos un poco de nuestro tiempo a alguien, ese acto es un regalo o donación que no dejan trazos. Es como hacer un regalo invisible para todos, pero que marca una gran diferencia para aquellos que lo reciben. Los trazos serían importantes para aquellos que donan algo tangible, algo que se quedará grabado en las memorias en algún lugar para siempre.
        Es distinto de hacer una donación a alguien, sino esperando una recompensa. La donación contiene una dosis de amistad o demagogia. Esa frontera que señala dos sentimientos que se tocan, se mezclan y, a veces, se fusionan. La mirada de aquellos que donan espontáneamente es la misma de aquellos que lo hacen esperando una recompensa. Por eso la frontera es débil y tenue.
       Para aquellos que son desafortunados, la donación llega en el momento adecuado y ellos pueden ver en los ojos de quienes donan su honestidad. Es cierto que podríamos decir que donantes desean una recompensa en el futuro, en la eternidad, por ejemplo. Es cierto que hay una dosis de demagogia. ¿Entonces con quiénes estaría la demagogia? Cada uno puede juzgar.
      Donar, dar algo de si mismo al otro es un acto de amor al prójimo. Si no piden una compensación a Dios, el acto existe simplemente y puede significar una contrapartida en el alma, en el interior del donante.
        Las huelas y los trazos de aquellos que donan, con honestidad, son los mismos de aquellos que non son sinceros.
     La vida es un desorden y los sentimientos son iguales. Somos las paradojas de la vida y de la convivencia. Al observar a la gente que se dicen religiosas y que defienden una manera de comportarse dura y severa con los demás, y que exaltan en buen sonido sus virtudes y a la vez defienden aberraciones, deberíamos pensar si hay honestidad allí. Y si la hay, cuál es su nivel.
       Es común observar a la gente severa con los demás, que suponen ser valoradas y sofocan las ideas contrarias y, luego se convierten en buenos corazones con sus donaciones. Nos preguntamos dónde está la frontera de esos pensamientos. A lo mejor, si existe la frontera.
       Aquellos que dan flores a alguien llevan en sus manos un poco de su fragancia. Las donaciones tienen trazos perfumados en las manos de aquellos que donan desde sus corazones. Y dejan un olor falso en sus contrarios, un olor distinto.
        ¿Cuando donamos algo, nuestro deseo es compartir un poco de esta fragancia en nosotros o solo un falso olor para engañar al otro?
       La donación es un acto de amor y el amor es algo tenue. La donación puede ser un acto del momento que sería una donación espontánea, una voluntad que sale desde nuestro interior hacia el otro. O pueden ser las donaciones programadas, realizadas en hechos especiales del año. Todas dejan su fragancia.
       ¿Y el olor?.

Origen de la foto: Foto de Diego PH na Unsplash

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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