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El viaje del tiempo

        Mientras organizaba mi closet, en esos días, se cayó de él un montón de negativos, incluso fotografías antiguas, y me dejé llevar perdiéndome al verlas. En estos tiempos tecnológicos es bueno explicar, que cuando hablamos de negativos nos referimos a una cosa resbaladiza que sería, tiempo atrás, el back up de las fotografías antes de la era digital.
        Cuando perdíamos una fotografía buscábamos los negativos para traer a la vida la memoria de personas amadas, viajes, entre otras cosas.
     Estos negativos eran resbaladizos, como les dije, y eran guardados en sobres protectores para que no sufriesen daños al tocarlos, o por el contacto con residuos grasosos que podrían afectar el color y la calidad de las fotografías. Lo mismo con los DVDs y Cds, ahora, anticuados. Digo que deben ser guardados porque aún existen admiradores que usan esta antigua forma de sacar fotos, por romanticismo y artesanía.
      Las fotografías y los registros temporales, cuidadosamente guardados en un álbum, eran exhibidos a las visitas, a las novias y a las recientes parejas cuando visitaban las casas de los enamorados por primera vez, y curioseaban la vida de sus amados antes de conocerles. Incluso sus vidas de niños, sus viajes y a sus ex (¿por qué no?), riéndose de todo.
        Ese antes, cuando tocábamos las fotografías, es nuestro asunto. Sentir fotos en nuestras manos es viajar en el tiempo. No es suficiente mirarlas, sino también imaginarlas el contexto, comprender a los personajes, los paisajes, como eran antes, sonrisas paralizadas, ademanes estudiados, escenarios elegidos, todos juntos para estar en la misma foto. El registro único bajo la luz del flash significa un viaje en el tiempo.
        No me quedo observando lo que está en ellas, sino lo que se pasó alrededor de ellas. ¿Qué pensaría aquella persona en aquel momento? ¿Aún joven, qué esperaría del futuro? Utilizar una escena urbana para adornar la foto, demostrando su viaje a algún lugar. Las personas atrás, testigos de un registro, distraídas, vistiendo una ropa extraña de algún lugar lejano. Sin imaginar que sus caminatas, sus pensamientos se quedarían registrados y llevados a otros lugares también distantes, en donde miradas curiosas se preguntarían lo que hacen y quienes son.
       ¿Cuántos de nosotros no estamos en los registros de viajeros que pasaron por nuestras tierras, y en cada foto se llevaron un pedacito de nuestras vidas, nuestras ropas y hábitos representado nuestra cultura ante otros pueblos y nuestra cultura? Somos desconocidos y a la vez revelados y reveladores.
       Antes de la era de la tecnología digital y su rápida reproducción, tiempo atrás pocos tenían acceso a los aparatos fotográficos. Hoy, esos registros se convierten en el futuro con documentos únicos, que hacen que las puertas del pasado y vuelvan a abrirse.
      Lo que me encanta de ver esas fotos antiguas es imaginarme caminando por aquellas calles, conversando con la gente, comparando nuestras formas de vivir o nuestras creencias. Y, a la vez, podría decirles cómo será el futuro. Quizá el viaje en el tiempo no sea posible y deseo que no sea, y que nuestros antepasados estén allá, con esperanzas en el futuro.
       No estaría bien dejar a nuestros antepasados sin esperanzas en las soluciones de los problemas sociales, políticos. Y, quizá, con tantos registros públicos en la web, podríamos demostrar si el pasado fue un mundo mejor para vivir, o no.
        Y el mundo continuaría, dejando registradas las sonrisas de confianza.

FUENTE DE LA FOTO: Photo by BAILEY MAHON on Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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