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Una charla con la memoria

       Me gustaría de charlar con mi memoria. Cuando me acuesto en la cama y la oscuridad está alrededor o cuando me quedo en silencio y vuelo en un espacio desconocido, no quiero que el tiempo, el compañero inseparable de la memoria aparezca. Él llega envuelto en fantasías traicioneras y lacrimosas y una edad que no retorna. Mi memoria me abandona, perdido en el tiempo viendo, tristemente, en ese futuro al ser que me torné.
         Tú, memoria, atiende a mis deseos y ayúdame a construir un mundo de fantasías, de sueños que imaginé y que ese mundo no me ha dado.
        Te has convertido en ojos visionarios, ojos que ven el pasado con sabor de suspense en un futuro distante. Tú, memoria, es la responsable por mis daños, porque hiciste mis deseos. Después que un ruido cualquier me despertó, que vino de un sonido distante, tú llegas despacio y abre mis ojos para la realidad oscura del dormitorio en contra del brillo de las calles.
         Tú es responsable de mis disgustos. Tú es responsable de no tener un rostro que yo pueda ver y charlar. Tú me has dado todos los rostros posibles, me has dado todos los amores que no tuve y me da todos los cargos que nunca voy a tener, incluso los viajes que no hice.
         Cuántas veces te pedí que no existiera. Tú es responsable de mis lágrimas que veo bajar en mis faces cuando me abandono en devaneo de mi imaginación que te doy para que tú exista.
        Te maldigo las memorias mías que tú guardas y que tú sacas del cajón escondido de la luz. Y tú les das vida y revivo las elecciones que voy a hacer. Tú eres igual al libro del investigador que sale en la búsqueda de respuestas que no de por cobardía. Tú haces que mis proyectos sean perfectos, sin errores y la realidad se ajusta y un mundo coloreado y me traen sonrisas: tú eres el desorden entre mis lágrimas y mis sonrisas.
         Tú eres parte de mi locura y te rechazo por eso.
        Me gustaría, si es posible, ajustar contigo que en algún momento tú no vengas cerca de mí, en mis momentos de soledad, buscando a mis pensamientos. Déjame solo, intentando solucionar mis problemas. No me traiga un mundo seguro y cómodo y no me traiga mentiras para vivir.
        Déjame en el vacío del pensamiento y lo llenas con la realidad y con lo posible y no dejes que la ilusión me abarque cuando duermo. Principalmente, no me traiga la juventud, el pasado que el tiempo me llevó sin pena. No me traigas amores perdidos, fantasías y más allá los dolores que fueron la razón de mi madurez y enseñanzas. No me traigas ni la inocencia ni un mundo sin responsabilidades. No me conviertas en dependiente que busca respuestas en el pasado para recomenzar porque el tiempo de recomenzar se fue.
        No me traigas esperanzas ni nuevas alegrías porque lo que deseo ya no es más posible. No deseo más vivir en un tiempo errado como si hubiesen carreteras paralelas o mundos cercanos.
        Y, al final de todo, cuando me acostar esta noche, que exista el vacío de la oscuridad para recordar de nada. Y, principalmente, memoria no me deje sentir que me extrañas.

Origen de la foto: Foto de Marcos Paulo Prado na Unsplash

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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