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Hambre de amor

       Hambre de amor no es un hambre cualquiera, que se sacia con la gula. Como alguien que llega del desierto, después de deambular mucho tiempo por las arenas. Hambre de amor no provoca dolor en el estómago, como si ella se pegase por dentro. Hambre de amor no la olvidamos en la copa de vino, mientras la cena no llega.
        Hambre de amor es el comienzo de una caminata por lo desconocido, en donde ningún alimento es capaz de sanar. Hambre de amor se acaba con el toque de manos que se buscan; en las miradas largas intercambiadas; en los abrazos infinitos. Si no quiere irse nos enferma, pero, así mismo, deseamos para que se quede por un rato más. ¿Quién sabe, por una pequeña eternidad?
       Hambre de amor viene de la nada. Llega, súbitamente, cuando no comprendemos nada. Es una tontería, convulsiona nuestros pensamientos. Sólo pensamos en aquello o en aquella que tiene la capacidad de sanar al darnos el amor como amparo. Aunque se lo probemos jamás, sólo lo habremos de conocer a través del hambre que nos regala.
        Hay gente que se enferma por causa de esa hambre, otros simulan no desearla, la desdeñan, pero tienen envidia de los que la sienten.
        Es una mirada perdida en la nada, como el viajero deambulando a la suerte, y tiene sólo delante de los ojos la figura del lugar de descanso, en donde el hambre se puede acabar.
        Hambre de amor es una convulsión que se nos deja con la boca seca, causar celos a quien nos atrapa, que nosotros ya no sabemos si el hambre, lejano, es desdicha, o próximo a la figura del deseo es alegría.
       Hambre de amor cuando termina nos deja un vacío. Es un viaje, cuando no es compartida, compañera, solamente uno de los viajeros se queda con la sal en la boca, viendo que toda aquel hambre que tenía, solo, se convirtió en un tormento.
        Entonces, la enfermedad, la abstinencia, como el dependiente que busca la droga, la misma u otra droga nueva, pero que se da igual: sentir el hambre y esperar que algún cuerpo suave y agradable venga para satisfacerla
       Muchos son aquellos que critican a los que se enferman por su causa. Desdeñan la angustia del otro, como si no fuera cosa grave, como cosa de niños, que hacen berrinche porque les quitaron el juguete.
        Al final, todo es envidia de quien se lanzó igual que un glotón, en la búsqueda de la iguaria deseada, mientras aquel que es cobarde y nunca comprender[a que el hambre de amor no causa dolor, es sólo el deslumbramiento del invitado que llega en la fiesta.

Fuente de la foto: https://morguefile.com/creative/milza

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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