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El odio y el amor

        Honorè de Balzac dijo que el odio tiene mejor memoria que el amor. ¿En la balanza de la elección qué sería el odio? ¿Y el amor? Alguien siente el odio a causa de un momento en donde se sintió despreciado, masacrado y humillado por otro u otra. De la misma manera, sentimos amor por algún hecho, acontecimiento o a causa de algún acto venido de otro, de un corazón limpio, generoso y amistoso.
        En todo el mundo, el odio se pasó hacia otro nivel o connotación. Es justo que pensamientos sean distintos, principalmente en la política o en las cuestiones sociales. Es la acción de pensar, de imaginar cuál es el camino perfecto, dependiendo de quien habla.
        Actualmente, el odio y el amor supone una búsqueda por la igualdad. Todos juntos deseamos la igualdad, el fin de todas las maldades existentes, el fin de los problemas sociales que se convierten en criminalidad. Pero los pensamientos encuentran caminos distintos hacia ese fin.
       La gran cuestión es por qué odiar tanto y, a la vez, tan poco amor?. ¿Por qué haber el odio, criticarse la manera de vestirse o vivir, como si un pobre solo por existir es el diferente? Y, a la vez, mantenerlo empobrecido como si fuera un esclavo a servicio de pocos?
        Igualdad para algunos no es igualdad para todos. Haber igualdad desde que todos sean como los ricos, blancos y bien puestos y bien nacidos. Eso es imposible. Nadie nace totalmente igual, nadie elige ser negro, o ser pobre viviendo en un hogar deshecho. Solo los que creen en el destino como solución para tranquilizarse piensan que es justicia divina.
       Existen dos tipos de ignorancia que buscan espacios en la sociedad: la ignorancia de los que piden limosnas, simplemente; otros porque nunca recibieron la educación justa y merecida. Y son explorados cuando necesitan sobrevivir. Y sus rostros muestran la lucha y discursos de libertad son crudos y hablan de su existencia. En la otra, la ignorancia de culpar las ayudas a los necesitados socialmente como el propio pecado que los condenan. Y los que viven en cunas doradas luchan por libertad mirando sus propios ombligos, demostrando desprecio por las necesidades de otros. Eso es puro odio.
       Hipócritamente, las dos sociedades se encuentran cuando condenan la corrupción del otro. Pero si la corrupción es grande, pero entre los que pueden comprar cosas, no pasa nada. Aceptan la corrupción pero viviendo bien en medio de ellas, es la cruel respuesta.
        El amor se deshace delante del menor problema. El odio es eterno. El odio se alimenta del propio odio, hasta que la gente empieza a ignorarse aunque viviendo juntas. El odio contamina y es como el veneno en la sociedad. La pobreza culpa la riqueza por su abandono. La riqueza culpa el pobre porque, simplemente, él existe. Los ricos, los bien nacidos, los que consiguieron la oportunidad de estar en lugar cierto, en la hora cierta, miran y desean la vida de otros pueblos, en donde todo es mejor, principalmente los países en donde hay pocos pobres. Ellos no están preocupados en cambiar su propia sociedad porque para eso deberían sentir el amor. Y cuando ayudan a otros es solo en cumplimiento de un papel social. El odio pide distanciamiento.
        Lo que no comprenden es que el odio tiene la memoria de las dificultades hasta que llegará el momento en que los dos odios se encontrarán delante uno del otro. Es inevitable. Mientras tanto, solo tendremos trampas, después la memoria cambia la sociedad.

Orígen de la foto: Foto de TopSphere Media na Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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