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La mitad del viaje

        Pronto, estaba listo en el interior del barco que me esperaba en la orilla del río. En el otro lado, más allá, invisible, la otra orilla pareciendo estar en el infinito no fue lo más preocupante para mí. El barquero no parecía estar impaciente. Luego que me embarqué, él ajustó los remos y empezó la jornada, despacio, moviéndolos cuidadosamente.
        En la excitación del comienzo del viaje, todo fue novedad. Todo fue maravilloso, fantástico. El barquero seguía en silencio. Luego, no me contuve y le pregunté si no podríamos aprovechar el flujo del agua, y que él disminuyese el ritmo del viaje.
        Él no sonrió y no parecía sentir cualquier emoción. Remaba, en el mismo ritmo, rumbo al otro lado.
        – ¿No podríamos aprovechar el viaje y prolongarlo, vivirlo un poco más en las aguas turbulentas?
      Él mantuvo el mismo ritmo de sus remadas, diciéndome que estaba encargado sólo de seguir hacia el otro lado sin parar, y no podría concederme nada más.
        En el comienzo, el barco se movía inconstante, a causa de la inexperiencia del pasajero, que se sentaba en muchos lugares de la embarcación, en la búsqueda del mejor instante, en la búsqueda de la mejor imagen, intentando vivir el viaje en su plenitud.
       En algunos momentos, la embarcación parecía moverse fuera del objetivo, parecía seguir el flujo, pero era sólo una ilusión. El barquero jamás perdía el control, y continuaba siempre rumbo al otro lado, cumpliendo su misión – cruzar el flujo, dándole igual la velocidad que las aguas tenían.
        Sin embargo, el río se puso tranquilo, sus aguas parecían más calmas. ¿Estábamos en la mitad del río? Le pregunté al barquero. El barquero no dijo nada, sólo me señalaba la dirección que le recomendaron.
        Las aguas estaban calmas. Pero el río no era el mismo, sólo el barquero y el pasajero se tronaron íntimos. No parecían pelearse. El pasajero no deseaba interrumpir más el trabajo del barquero, y el barquero tampoco le dio alertas sobre su comportamiento. Estaban próximos, juntos, y juntos deberían continuar el viaje.
       Al contrario del comienzo del viaje, el pasajero no se aburría con el ritmo del barco, no le preguntaba sobre el tiempo, comprendió todo. La tranquilidad del río podría ser la mitad del viaje. ¿Cincuenta por ciento la hicieron, cincuenta por ciento habrían que hacer? ¿Quién lo sabría? Ni el propio barquero lo podría decir.
        Sentado en el barco, la otra orilla parecía distante, aún no era visible. El pasajero intentó levantarse e intentar adivinar el tiempo de la jornada. El barquero no juzgó su conducta.
       ¿Por qué levantarse e intentar adivinar cuánto tiempo ellos deberían navegar? Lo importante fue sentarse y admirar el paisaje alrededor. En medio del río las dos orillas podrían ser vistas. El tiempo recorrido, recordado, el tiempo adelante un enigma maravilloso y sorprendente.
        Algunos se lanzaban del barco en medio del viaje, intentando nadar, imaginando que podrían adelantarse al barquero, para adivinar lo restante del viaje.
     Otros, simplemente, dejaban al barquero el manejo del viaje y sólo cuidaban en transformar el barco en lo más simples y confortable, manteniéndolo listo para evitar sorpresas.
         ¿Quién sabrá en dónde está la mitad del viaje? Cincuenta por ciento es la mitad de lo que se asume que será.
        Así es el tiempo, cruzando las aventuras y desventuras del río, con el flujo constante, para llegar a la otra orilla. Como no sabemos el tamaño del río que tenemos que trasladar, adivinar la mitad del viaje es un gran riesgo.
        Por ende, cincuenta, sesenta o más siempre debe ser la mitad. Lo más importante es aprovechar el viaje. Del tiempo, el barquero se encarga.

Fuente de la foto: Photo by Guillaume Baudusseau on Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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