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Dolores

        Los dolores en la vida son muchos. Los dolores del parto, dolores del amor, dolores de celos, dolores de envidia, dolores físicos y espirituales. Nosotros sufrimos con los dolores que nos acompañan por la vida. Para algunos, tenemos medicinas, maneras de conducirlos o transformarlos en arte de vivir, aprender, conocer y que llamamos de madurez. Sin embargo, la vida es hecha de sufrimiento para algunos y para otros sólo contratiempo.
         Es imposible sentir el dolor del otro. Aunque nosotros sintamos piedad, no podemos vivir la historia que el otro vivió, sentir lo que el otro siente, porque cada uno tiene una manera de sentir y soportar el dolor: cada uno tiene su límite y nosotros percibimos el dolor del otro, aunque a nosotros no lo exponga.
          Todos los dolores, sin embargo, pueden ocurrirles a todos, de una manera u otra.
          Con la luz del conocimiento que cada uno elige: un dolor muchas veces sentido, que traemos callado en nuestros adentros, que llega cuando descubrimos el mundo afuera y como funciona, desde nuestra perspectiva. Es cuando lanzamos una mirada valiente sobre lo que acontece alrededor. Cuando rechazamos a lo que el otro u otros dicen sin cualquier sentido para nosotros. Cuando se habla de prisión y no comprendemos que vivimos en ella.
          Este dolor es el dolor del descubrimiento. Es cuando peleamos con nosotros mismos y confrontamos la vida con lo que que nos enseñaran para vivirla. Cuando nos sujetamos para sobrevivir y eso se coloca en contra nuestra inteligencia. Una manera de mirar el mundo y comprender que sabemos, exactamente, que vivimos engañados y, al final de todo, salimos de una zona de confort e intentamos comprender quién somos.
         ¿Cómo quedarse delante de los acontecimientos y de las creencias que nos enseñaran a creer, y a la luz del conocimiento, del estudio, de las lecturas, de reflexiones necesitamos abandonar las enseñanzas en la búsqueda de la verdad. Y, de repente, quedamos liberados y no sabemos lo que hacer con esa libertad. Es como salir de una capa de protección y quedarnos nudos delante de la luz.
         Este dolor no tiene nombre, no hay definición para él y somos huérfanos de nosotros mismos. Y miramos a la gente y tenemos la capacidad de mirar desde afuera y ver a los amigos, a los parientes quedarse lejos de nosotros por nuestras ideas. Como si tuviéramos alguna enfermedad rara, algún virus, que estamos contaminados.
         Venimos a este mundo a través de un parto, de un dolor, entonces necesitamos seguir el paso siguiente, cuando de nuestros adentros creamos el ser que pide que el camino adelante se abra.
         Para algunos, conocer el mundo y no comprenderlo afuera de las cosas comunes y quedarse en él, por temor, es como una estafa intelectual, es mentir para nosotros mismos y para los otros. ¿Cuántas veces estamos delante de una conversación y oímos comentarios que no hacen parte de nuestro mundo, completamente sin sentido, lleno de prejuicios y sentimos un dolor que no grita, no duele, pero que es como un cuchillo?
        Salir de las cosas comunes, abrazar el mundo del conocimiento, enrostrar nuestras verdades nos trae la libertad. Pero nos quedamos aprisionados de otra manera, buscando a los que caminan por el mundo, viviendo el mismo dolor.

Origen de la foto: Foto de Fa Barboza en Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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