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De tripas corazones

        De un corazón sacamos el coraje para enfrentar las adversidades y continuar viviendo. Si todo lo que tenemos es el infortunio y la adversidad para enfrentar, no podremos nunca enrostrarlas si no tenemos un corazón para colocar adelante y avanzar.
       El corazón del ser humano es un lugar de soledad en donde nadie, por supuesto sólo su dueño, puede entrar, invadir, preguntar y sentir protección. El terreno de soledad es duro. Igual que de los viajeros que deambulan en el desierto, el corazón y su dueño se van a encontrar júbilo en las lágrimas y oasis de baños de tristeza y alegrías. En la búsqueda de los espejismos que brillan en la oscuridad de la noche o en el refugio del hogar, preguntándose en donde ocurrió el error en sus vidas y, encontrándole, junto a él los porqués angustiantes que llegan a la miente.
       Loco es el corazón que deambula por la noche en la búsqueda de algún amor sin consecuencias, o que está escondido en las sombras para poder atisbar el perfil amado que se exhibe en la ventana iluminada. Loco es su dueño que camina al lado de su compañero de soledad en la aventura para buscar algún amor incierto.
       Si el corazón no soporta más la adversidad, él es el guerrero bravo que teje otros corazones, llegando desde otras partes del cuerpo aunque en las tripas encuentre la fuerza para continuar existiendo.
       Sufre el cuerpo de un corazón aventurero que da al cuerpo los dolores reales que él sólo siente igual que un rasguño en la piel. El corazón continua a dañar el cuerpo, porque es de algún amor distante que él se alimenta, mientras el cuerpo desaparece lentamente.
       En el cuerpo, el corazón es el único órgano que habla, latiendo siempre en algún código indescifrable, que pasa sólo las emociones y cuando acelera es rápido, o cuando, lentamente, se va disminuyendo la ansiedad y da al cuerpo la oportunidad de pensar y actuar, mientras otros sólo sienten el dolor de su presencia.
       Si de las tripas construimos un corazón, a él después damos vida humana cuando casi sale por la boca o saltando nos parece que va a explotar cuando se prepara para recibir la noticia que tanto aguarda.
       Corazón de piedra, corazón de ángel, corazón de hielo, corazón de niño, corazón de oro, cuántos nombres les damos y, entretanto, ninguno de ellos puede nombrarle. El corazón es voluble y cambia su nombre a cada momento que vive. Y si se despedaza, en las tripas vamos a encontrarle.
      Aunque nombres tenga, que sean para el bien o para el mal, todos son afectos que sentimos y damos a los otros. Y si les damos es porque la afección es un hecho revolucionario. Con respecto al afecto no podemos ser indiferentes; o cambiamos nuestras acciones o son las circunstancias que nos harán cambiar. Abandonamos nuestro mundo confortable, pero para enfrentar el mundo nuevo es necesario buscar un corazón en donde esté, aunque en las tripas del dicho popular.

Origen de la foto: Foto de Zach Vessels en Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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