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Nosotros y el espejo

        Nada es más cruel que un espejo delante de nosotros y, a la vez, cómo él puede convertirnos en vanidosos. Podríamos decir, también, cuando miramos al nuestro rededor e imaginamos ser los únicos y más especiales entre los seres vivientes. Nuestra imagen real por lo tanto está más allá de la imagen que vemos en los espejos. Somos una especie de egocéntrico que ve el mundo en el futuro y no comprendemos quiénes somos realmente. Cuando nos miramos en el espejo nos vemos como los que nos gustaríamos ser. Y por eso nos preparamos para encontrar a alguien o enfrentar al mundo con una perspectiva amigable de nosotros mismos.
          El espejo es el alma sin mentiras. Somos lo que vemos no lo que imaginamos ser. E nada es más grande, revelador y terrible que ver a nosotros mismos con nuestras imperfecciones que nos hacen distintos de los estándares endiosados y celebrados por muchos.
       El espejo se convierte en un símbolo de esclavitud, así como el espejo de las redes sociales nos esclaviza. Frente al espejo estamos siempre sonriendo, pero sonreímos escondidos y exhibiendo nuestros lados positivos y negativos. Y rechazamos el que, realmente, somos..
          ¡Qué bueno sería dejar en el espejo nuestras imperfecciones y defectos! Como el acuerdo hecho por Dorian Gray dando al espejo nuestra vejez, nuestras imperfecciones para vivir hasta el final del tiempo exhibiendo un lado bello y joven.
          Entretanto, el espejo no es una fotografía que permanecerá fija para que todos la admiren. Él también no llega a la vejez. No es el espejo pero el imagen que él reproduce que avanza en el tiempo. Aceptar el tiempo es muy duro. A nosotros sería bueno ser eternos como los espejos. Si no llegan a la vejez se convierten en objetos antiguos aunque algunos como raros y caros cristales encantan los palacios y castillos.
         ¿Cómo es ser viejo después de arriesgarse por mantener una juventud eterna con los procedimientos quirúrgicos, maquillajes, ropas y sonrisas artificiales? ¿Cómo será convivir con el futuro que llega y ser esclavo del espejo de la vanidad?
          El espejo nos muestra la verdad de lo que somos o intentamos ser a través de él, como un cómplice que nos ayuda en la búsqueda de la juventud eterna.
          La belleza es una esclavitud. La belleza también tiene su tiempo de vida. Por eso, algunos valoran la belleza interior que nadie va a reconocer. Y el espejo de nuestra alma es el único testigo de nuestras angustias.
          Ser bello es una esclavitud y buscar la belleza que pertenece a otros una esclavitud mayor. Y el espejo es el compañero en medio de esa aventura sin rumbos.
         Cuando somos jóvenes, el espejo es el espacio preferido. Estamos mirándonos y mirándonos, reparando imperfecciones y hermoseando el que en la juventud no necesita ser mejorado. La propia juventud es una belleza natural. Y no debemos hacer siempre lo que otros, o el espejo, desean. La liberación más grande es ser alguien sin necesitar decir o probar a nadie.
         Y cuando sonreímos al espejo, no debemos sonreír para encantar a alguien, pero sonreír del espejo cuando él nos ve.
          Cuando el sol refleja su luz en el espejo, él se convierte en un ser sin vida y opaco. Él es un ser inmóvil y no puede decirnos lo que deseamos ser.

Origen de la foto: Foto de Mario Azzi na Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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