Amores múltiples
¿Serían los corazones de los amantes tan grandes como de las madres, qué envuelve a todos? ¿lograrían, en sus interiores, tener tanto amor que se los dividan como panes? ¿Si nos enamoramos muchas veces, es posible, con certeza, amar a otros u otras con la misma emoción, a la vez? ¿Por qué no?
Cuando algún amor se agota, otro empieza más allá, provocado por la curiosidad; por el cariño; por la búsqueda, sin control, de un regazo; por afecto; por un pasar de manos suaves sobre las lágrimas que derramamos por alguien, que nos ha dejado solos. Y, entonces, el corazón empieza a latir en aquel ritmo nervioso y diferente; las mejillas se enrojecen; la mirada se transforma y, nuevamente, es brillante, rechazando la opacidad.
Un amor se renueva con otro amor, o se renueva cuando se le busca de otra manera , experimentado en lo que es tan deseado.
¡Podemos amar tantas veces! y ¿Por qué no podemos enamorarnos a la vez de otros corazones?
Si alguien nos molesta con fierro, con fierro será molestado al vernos en otros brazos, y no habrá perdón. Amor es competencia, al final, el mundo gira.
O, no hay ruptura mayor que esa sorpresa cuando estamos solos en la calle, aburridos, y nuestros ojos se reaniman oyendo una voz, que depreciamos ayer, que llega y nos estira sus manos. Nos levantamos, rápidamente, y el corazón, nuevamente, es estimulado, lleno de pasión, igual que un grifo abierto, llenando el vacío en nuestro interior. Luego sentimos algo apretado y después salimos como si fuera una celebración de un objetivo que se consume.
Podemos amar a muchos otros corazones, que tengan todos los nombres. Podemos quedarnos solos y amar a nuestras soledades. Podemos quedarnos tranquilos, muy cerca del uno al otro, por aquellos ojos, aquellos cariños dados a alguien que se desea exclusivo para nosotros, que nos echan de menos. Es que el corazón, aunque pudiendo amar mucho, elige, por arrebatamiento, el destino de nuestra pasión.
Fuente de la foto: morguefile.com
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