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Nuestras sonrisas

       Sonreír es la mejor medicina. Y si es medicina, ¿cuál es la enfermedad que la sonrisa combate? Siempre he oído esa frase y nunca me he preguntado el por qué. Imagino que sean por los problemas que tenemos en la vida o alguna cosa conectada con esa angustia de vivir.
       Cuando lloramos es como si estuviéramos viviendo un infierno particular. Con los problemas que no logramos solucionar o por los accidentes que sufrimos. Cuando sonreímos, elevamos nuestros rostros y abrimos la boca carcajeando. Eso sería como si nos acercásemos al cielo y de los dioses de la alegría.
        Cuando sonreímos no sentimos, por un momento, el mundo alrededor. Es como si volviésemos a la niñez sin tener nuestro juguete favorito. Es recordar de cosas perdidas, es traer un tipo de esperanza nuevamente a nosotros. Como si aquella sonrisa fuera un portal que nos enviara a otro universo, en donde solamente la alegría podría existir.
         La sonrisa es como una droga que nos absorbe y nos transforma en otro ser. Es el bálsamo que necesitamos para continuar viviendo.
        Sin embargo, no sonreímos solamente cuando alguien nos cuenta una broma o alguna cosa graciosa que oímos. Sonreír también es un tipo de descubrimiento cuando intentamos solucionar un problema difícil y podemos pasar a otra dimensión. La dimensión cercana a una genialidad que es solo nuestra. Es cuando sorprendemos alguien haciendo actos de astucia, es cuando pensamos en nuestros adentros algún recuerdo, algún hecho del pasado que nos trae aliento.
        Algunas veces nos sorprendemos sonriendo por nada. Y nuestro pensamiento es tan rico que sentimos que la imaginación es realidad, y que la vivimos en aquel instante. Sonreímos cuando somos reconocidos en la calle o cuando vemos alguna compañía perfecta pasando al lado.
         También sofocamos nuestra sonrisa para no provocar contiendas. Guardamos esa sonrisa en nuestro interior y poder disfrutarla lejos de todos.
        Sonreímos cuando nuestros amores se van y aguardamos que vuelvan y que tengan éxito. Y sonreímos con sus retornos, ansiosos y nerviosos, con una sonrisa lista de bienvenidas. Y también sonreímos falsamente cuando somos sorprendidos por alguna falta y solamente tenemos que convencer al otro que no es así que somos o desearíamos ser, pero…
        Hay la sonrisa irónica cuando sorprendimos al otro en alguna falta. Es como si hiciéramos una reprimenda cariñosa, demostrando que comprendemos el acto, pero si volver a hacerlo las cosas no serán las mismas y la sonrisa desaparece.
     Nuestras sonrisas y risas son las más bellas maneras para relajar, finalmente, después de larga espera. Es un aliento que sentimos en nuestro cuerpo, como si alguna nube sombría nos abandonara y pudiéramos sonreír nuevamente.
       Nuestras sonrisas pueden ser un afecto por alguien que no está bien o fracasó. Ellas son un pedido de disculpas porque no podemos hacer nada. Ellas son solidaridad con el otro que no puede sonreírnos.
       Es la esperanza esparciéndose por el rostro, es la identidad de alguien. Sonreír es la mejor medicina porque las enfermedades incurables son muchas y las sonrisas eternas.

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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