Luchar es vivir y vivir es luchar
Si vamos a desarrollar nuestro futuro, lo hacemos buscando en algún lugar las estrategias y las bases para alzarlo. Las estrategias pueden ser una idea propia o cuando plagiamos la trayectoria victoriosa de alguien; al final de todo tenemos miles de caminos. Entonces, llegamos a ese cuestionamiento: miles de caminos. Sin embargo las posibilidades son muchas y las oportunidades son pocas. Luego, debemos imaginar cómo crear las oportunidades para aplicarlas en los momentos posibles.
Existe una cultura que opino ser natural en nosotros de recomenzar siempre de la misma manera porque creemos que aquella trayectoria va a tener éxito en algún momento. Y nos fundamentamos en el hecho de que si alguien tuvo éxito siguiendo aquel camino, entonces es posible copiarlo y alcanzaremos lo mismo.
La diferencia es que las oportunidades se manifiestan a los visionarios y a los oportunistas. Los primeros son aquellos que provocan las oportunidades en los límites de sus posibilidades. Los segundos son aquellos que no provocan las oportunidades, solo vigilan a los visionarios y emulan sus ideas de otra forma.
En el mercado financiero, por ejemplo, existe un fenómeno conocido como el efecto manada donde, súbitamente, todos corren para algún lugar, siguiendo a un líder o alguna información. De repente, alguien encuentra un camino y todos le acompañan. Es claro que los perdedores serán muchos, porque, en teoría, llegarán por último. Y non son, esos perdedores, por supuesto, ni los oportunistas ni los visionarios.
Quizá la gran novedad es encontrar un camino donde nadie mira. Esa es la perspectiva del visionario. Él intenta encontrar una puerta en una pared donde nadie puede verla. Los oportunistas persiguen a los visionarios, escondidos en las sombras. Son seres que siempre buscan lo que los demás hacen y no buscan, por supuesto, sus propios caminos. Los oportunistas, por lo tanto, son aquellos que siguen los pasos de los demás, buscando el momento adecuado para atacarlos.
¿Qué aprendemos con esto? Que si no cambiamos nuestro enfoque terminaremos en el mismo punto de partida: sin nada. O a lo mejor con la experiencia. Vivir es mirar a los lados y no, por supuesto, mirar solo adelante. Porque los demás también miran adelante, impulsados por todos: sean visionarios u oportunistas. Y pocos miran a los lados y dejan pasar los detalles que componen la vida. Vivir también es mirar a los lados, al movimiento de la gente y es una lucha constante en la búsqueda de nuevos horizontes y perspectivas.
Si luchamos para vivir, nuestra constancia es buscar nuestro mejor yo, y no el mejor de los demás. Eso implica buscar nuevos caminos para viejos desafíos. Aquel que encuentra una puerta de salida y muchas veces revela este camino a los demás puede ser solo un oportunista que no creó nada, y espera el efecto manada atraer a los perdedores.
No siempre los supuestos éxitos son, en realidad, éxitos.
Vivir no es fácil, y algunos buscan las dificultades para justificar sus fracasos. Elegir la dirección que vamos a seguir es el punto mágico de todo. Rehacerse es la palabra. Cuando cambiamos en nuestros adentros nuestras perspectivas y buscamos lo que los demás dicen o hacen, cambiamos nuestras direcciones y nunca volvemos al punto de partida con alguna experiencia.
Origen de la foto: Foto de GR Stocks na Unsplash
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