Hacer proyectos

15/10/2022 Nilson Lattari

Todos hacemos proyectos a lo largo de la vida. Nosotros gustamos de proyectar el futuro, establecer objetivos, pensar en los obstáculos y en nuestros adentros imaginar el futuro de manera optimista. Y el futuro es siempre una hoja blanca para llenarse con nuestros sueños, porque el futuro existe sólo en nuestra imaginación. Así como sentimos nostalgia cuando pensamos en el pasado, repasándolo bajo otra perspectiva, para cambiarlo e imaginarlo de una manera distinta y pensar lo que podría acontecer tras eso. Y el futuro, también, es la imaginación para llenarse. La cuestión es que, el pasado con el tiempo se cambia mayor que el futuro. Cuando joven, nuestros años de vida son pequeños delante del futuro que se presenta.
¿Debemos pensar pequeño o pensar grande?
El futuro debe ser guardado con cuidado, mientras el pasado podemos imaginarlo como podría ser, si le damos el espacio de la imaginación. Él trajo la nostalgia, pero el tiempo no vuelve y ¿si volviera, delante de un nuevo futuro, el que haríamos? ¿Si traemos nuestra insensatez junto, podríamos ser capaces de vivir la vida conociendo el futuro con todas las informaciones necesarias? ¿O tendríamos un gran desorden en nuestra vida?
Volvemos a la cuestión sobre pensar pequeño o pensar grande.
¿Quién podría quedarse feliz? ¿Lo que piensa con humildad o lo que piensa grande? Por supuesto que podemos pensar grande, pero, ante todo, saber que nuestros pasos no pueden ser más grandes que nuestros sueños. Y los sueños son como las nubes que cambian de aspecto y de lugar, viviendo al gusto del viento que pasa, a favor o en contra de nosotros. Algunas veces traen tormentas, y en ellas aprendemos a sobrevivir y mantener nuestros sueños que buscarán una nueva oportunidad.
Soñar es, por lo tanto, pensar grande. Soñar es ocupar un gran espacio de nuestra miente. Y pensar pequeño es vivir en la realidad. Un joven lleno de vida pensar con humildad es un tipo de vejez que se vive antes, antes del sueño ocurrir. ¿Cuál es la solución?
¿Cuántas veces somos movidos por nuestros sueños, por la curiosidad de la aventura deseando y celebrando las victorias? Celebrar victorias es un acuerdo con nosotros mismos.
No te coloques en contra de tus sueños, aunque el futuro no sea tan largo. Y, también, no te pongas a pensar pequeño. Lo que impide algún joven de avanzar sus sueños es la imprudencia, porque con la madurez podemos rechazar algunas piedras del camino y utilizar los atajos que la vida nos enseñó.
Habremos que buscar objetivos para alcanzar, proyectar y pensar adelante. Si alguna cosa nos impide, sea física o espiritual, pensar pequeño nos convierte en enfermos, cuando necesitamos esperar, porque la madurez nos enseña a tomar el caballo que pasa listo para cabalgar. Pensar grande es no perder las oportunidades, sea la edad que sea.