Hacer el bien
La gente dice que debemos hacer el bien sin mirar a quién y, por supuesto, en un acto de coraje o en una actitud anónima alguien puede ayudar y salvar la vida del otro. En algunos videos en la internet, podemos ver entre los animales salvajes momentos que un de ellos salva la vida del otro. Entre nosotros, podemos ver lo mismo. La acción de hacer el bien proviene, simplemente, de la ayuda que damos al otro, poco importan las consecuencias. Hacer el bien y el acto de coraje pueden ser similares en apariencia, pero no son en sus interiores. ¿Los dos pueden ser anónimos?
Hay momentos que ayudamos a alguien sin identificarnos. Disculparse es un acto de coraje, de reconocer que estamos equivocados y listos para rehacer todo.
¿Sin embargo, qué es el bien? ¿Qué es ser bueno? ¿Qué es ser valiente?
La palabra “bien” es utilizada, hoy en día, de manera disforme. Principalmente por la gente que se dice “del bien”. Y ser “del bien” hace toda la diferencia. Porque ser bueno es distinto de ser “del bien”, sino más cercano de bienes materiales. El adjetivo califica una manera de pensar y no un comportamiento. Al final de todo, aquel que discrimina a los demás no puede estar al lado del bien aunque haga el bien, que donen su tiempo o su dinero.
Ser bueno es más allá que tener la cualidad de la bondad. Ser bueno proviene de una buena persona, de un buen ciudadano, y está conectado con el comportamiento dentro de los límites de los derechos de los demás y no en nombre de la colectividad. Ser bueno es ser “del bien” y no mirar las diferencias entre la gente. Y es una elección difícil. Es una conexión con el prójimo, ¡Y cómo el prójimo está lejos!
Ser valiente abarca todo eso. Porque ser valiente es ayudar y auxiliar al otro. Es salir de una zona de confort para ayudar las incomodidades del otro. Salir a las calles a noche para apoyar a los desafortunados es un acto de valentía para hacer el bien. Y para esas personas es ayudar y poco se les dan los límites de seguridad.
A lo mejor es más seguro hacer el bien distante de los operativos para ayudarlos. Así, reducir ese espacio y acercarse al otro es un acto de coraje, por supuesto.
Entretanto, el acto de hacer el bien, a veces, se supone ser un cambio. Muchas veces, nos sentimos inseguros cuando recibimos algún beneficio que proviene del otro sin una motivación aparente. Al menos para nosotros.
En ese mundo que vivimos, la gente no confía en si misma, ni en el comportamiento de un desconocido y ni en las personas cercanas que están listas para ayudarlos. Se les parecen un cambio o una negociación ese acto de beneficiar a alguien.
Es terrible hacer el bien y esperar una recompensa. Vale la pena esperar que un desconocido nos ayude a cambio de nada. En el mundo que vivimos la honestidad se pone en un hilo de esperanza.
Si alguien nos da un pan, nos parece que aquel regalo podrá nos ser costoso adelante. Y es duro vivir en un mundo donde el propio bien es un producto que puede negociarse.
Origen de la foto: Foto de Bonnie Kittle na Unsplash
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