Abertura

El tiempo y nosotros

        Nos preocupamos con el tiempo todo el tiempo. Sin embargo no estoy hablando sobre el tiempo que mide la temperatura, que nos hace feliz en un día de sol o nos deja depresivos en tiempos nublados. Y de la primavera, verano y las estaciones del año, tampoco. Hablo de los tiempos pasados, de los que vivimos y de los que van a llegar.
        Nosotros tenemos un pasado, algunas memorias que revelamos y otras que mantenemos lejos de todos. Son las memorias inalcanzables a los demás y que nos atormentan a veces. Y como si fuéramos los conductores de una máquina del tiempo, las convertimos en cosas buenas o menos malas.
        El pasado es historia, es lo que vivimos y la origen de nuestras enseñanzas. A veces no aprendemos nada porque rechazamos el pasado, rechazamos los acontecimientos y seguimos como si nada hubiera sucedido. Pero sucedió. El pasado es la origen de nuestros tormentos y el rincón en donde, también, bebemos el dulce líquido de las victorias.
      Sentimos orgullo del pasado o no, lo tememos o no. El orgullo que sentimos esparcimos al mundo como un ejemplo para todos y los miedos que sentimos nos quedamos con ellos, lejos del mundo.
       El presente se antoja en el pasado y es el paradero final de nuestros errores y aciertos. Y los habremos de cometerlos a lo largo de nuestras vidas. El presente es una aventura, es nuestra vida cotidiana. En el presente imaginamos la utopía si pensamos grande, o nos convertimos en personas comunes cuando almacenamos sueños codiciosos y tacaños. La utopía es la ambición, es desear algo y ejecutarlo. La codicia es el piso en donde los derrotados se arrastran. El presente lo hacemos perfecto para que el pasado se convierta en orgullo y no sea mal recuerdo.
        El futuro, intentamos imaginarlo cuando creemos en los oráculos y los adivinos; lectores de las pelotas de cristal que no brillan en la oscuridad. Con ellos, nos engañamos y creamos una ficción que imaginamos concretarla en el presente. El futuro está distante porque él aún no existe. Si existiera no perderíamos nuestro tiempo en imaginarlo, solamente aguardaríamos que sucediera, y no lucharíamos una tortura, son los arrepentimientos que no podemos reconstruir. Somos los muros interpuestos contra el tiempo. Si podemos reconstruir el pasado, aunque en la imaginación, el presente es la oportunidad de rehacer nuestros caminos e intentar retomar las ideas que abandonamos. A la vez, el tiempo surge rabioso para demostrar que él avanza y nuestras posibilidades de éxito disminuyen por nuestra debilidad física, espiritual y somos un alma que abandona la lucha.
           El futuro no pertenece a nadie, porque él no existe, como dije anteriormente. Somos bípedos temporales, apoyados en el pasado y en el presente. El futuro es la posibilidad que podemos manipular y las consecuencias buenas o malas serán el pasado, para recordar.

Origen de la foto: Foto de Shelby Bauman na Unsplash

SUSCRÍBETE PARA NUEVOS POSTS

Views: 15

Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

Obrigado por curtir o post