Crónica del amor
Hay sólo dos maneras de amar: súbitamente o despacio. Como cuando vemos alguien pasar al lado; al entrar en una tienda; al oír una voz cerca de nuestras espaldas pidiendo un helado al vendedor; conduciendo un coche, en la espera de una señal de tráfico, y nuestros ojos se abren como si estuviéramos desnudando a un ser diferente de todo. Lo miramos y no conseguimos olvidarlo.
Es como sentirse atraído por unos ojos, y, sin razón, imaginarlos exóticos; o por una forma de andar; o la voz ¡Ah, la voz! La imaginación desabrochándose, dibujando en nuestros pensamientos las estrategias para acercarse a alguien.
El amor puede llegar despacio, igual que un ser invisible. Él nace de una broma; por trabajar juntos; reírse de las mismas cosas o por haberse visto la misma película, conversar sobre ella, y sentirse conectado. Y después cada uno se va a vivir sus vidas, enamorados de personas distintas. Las circunstancias futuras resultarán en un encuentro de la pareja, nuevamente; un frío pasa por sus cuerpos; las miradas se reencuentran: se sorprenden contando las mismas cosas y el amor resurge como una invitación; una incertidumbre resulta de allí, y, entonces… las cosas florecen.
Aunque no sea amor, en realidad.
Lo que nace es un remolino de galaxias que se encuentran, como una danza que a los dos acerca. Aunque haya un respeto por los espacios. Las fuerzas antinaturales se convulsionan y no son más los mismos.
El amor surge cuando nosotros nos despertamos por la mañana y miramos al rostro deseado, aunque los ojos estén cerrados, seguimos y nos engañamos sólo para prorrogar los momentos de intimidad imaginada, sin decir nada.
El amor es sentir, súbitamente, la presencia del otro, aunque él no esté allí. Conocemos su destino, en donde está, lo que hace, y un sentimiento de tristeza nos inmoviliza. La ausencia nos trae un tipo de pérdida.
Amar es no compartir el placer cuando la persona amada está lejos, comprendiendo que podremos hacer todo que deseamos con cualquiera, pero no es como hacerlo con quien está al lado, acostado en la cama. Es poseer sin tener, dominar sin necesitar, llamar sin hablar, oír en el silencio. Es mirar al lado y no sentir soledad. Aunque sucedan contiendas de parejas, que ellas se conviertan en cosas breves.
Amar es desear sin saber, en realidad, si somos amados también.
Amar es decir recuérdate y no olvídate. Amar es crear un hogar feliz, porque el amor es avaro, no le apetece compartir. Es tener un techo en donde se pueda ir y volver, acostarse en la cama, y en la noche los dos se encuentren como si el más allá fuera cercano, y el alrededor estuviera pegado en nuestro interior.
Fuente de la foto: Photo by Mayur Gala on Unsplash
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