Volviendo al regazo
Regazo es llegar a algún lugar. Sea a la puerta del hogar, delante de la persona enamorada o al corazón deseado. Regazo es la oración escondida que conforta el alma. La decimos en el silencio del cuarto. Son las palabras que lanzamos al cielo deseando que Alguien, que a nosotros nos gustaría Su existencia, las tome en Su regazo y nos comprenda. Porque es en Su regazo que nos quedamos para vivir nuestros momentos más difíciles y en los felices también.
El regazo está en los saludos cuando somos reconocidos en la multitud. Cuando la sonrisa de alguien se abre al vernos bajando de un autobús, de un avión, llegando de algún lugar distante. Está en los abrazos, en las sonrisas, en los chistes graciosos que provocamos en los que amamos.
Es bueno cuando volvemos al regazo, porque es como si aquel lugar nunca nos ha abandonado, sea un paisaje que recordamos de la niñez, el olor de flor de un jardín en donde encontramos nuestro amor tiempo atrás. Está en el recuerdo de un beso porque es en el regazo de las cosas buenas que nos rehacemos de la tormenta.
Todos tienen algún regazo. Es cuando la noche baja y abrazamos las almohadas e imaginamos entelequias sobre lo que no hicimos en el pasado. Es cuando lágrimas vienen a los ojos sin razón y se transforman en momentos de debilidad. Es cuando lloramos a causa de injusticias y nuestro regazo es, exactamente, no poder hacer nada para ayudar. Sólo a la razón de desear un mundo mejor demostrando lo que existe de bueno en nuestro corazón.
Son estos momentos que nos muestran que el mundo no debería ser así. Que comparamos nuestras vidas con la vida de los que sufren.
Es cuando nos acercamos a Dios.
Porque no comprendemos que el mundo no puede ser así como es. Que existen injusticias, odios y falta de amor, que vivimos en un mundo imposible, lleno de luchas sin necesidad, de muchas codicias, ajustadas así porque las cosas son porque son, nada más. Y en nuestros adentros entendemos que las cosas no pueden ser como esa realidad y nos sentimos disgustados. Entonces, nuestra alma, nuestros recuerdos más escondidos nos llevarán al regazo diciéndonos que ya vivimos en algún lugar más justo, en donde la fraternidad, realmente, existe.
Porque para comprender que el mundo es injusto es porque en algún tiempo vivimos sin injusticia. Cuando comparamos este mundo triste con algún lugar distinto es buscar volver al regazo algún día. Y ese lugar, estoy seguro, fue una vida que vivimos al lado de Él.
Origen de la foto: Foto de David Clode en Unsplash
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