Una elección difícil
Cada uno de nosotros tenemos una lectura del mundo en donde vivimos, del mundo que pasó y del mundo que imaginamos ser lo ideal para vivir. Todas son elecciones fáciles que se tumban en sus propios pensamientos, teniendo como norte las creencias o voces que sueñan en sus mentes. Creencias son perfectas, presuponiendo que ellas empiezan desde puntos comunes: religiosos, sociológicos, humanistas etc. En donde es posible crear un ambiente de discusiones. En cuanto a las voces, ellas sueñan desde sus individualidades, luego están más dirigidas hacia un remolino en lugar de hallar un punto en común. Esas contienen más intereses y egoísmos individuales.
Esos intereses y egoísmos son las pandemias que asolan de tiempo en tiempo nuestro planeta. A los grupos antivacunas no les gusta la búsqueda de verdades en los hechos sino les gustan las mentiras en las fakes. Al final, ¿por qué creer en las cosas que están en contra de sus voces, no es cierto?
La contaminación llega, al final de todo, hasta la silla más importante del mundo, del jefe de la nación más poderosa (?), a la democracia, que, desde algunos siglos atrás, viene siendo la más admirada hasta los tiempos actuales. El mundo se queda más tranquilo con la elección de uno de los lados que, escudriñado bajo la luz de una lupa, imaginando que ella tenga un aparato de iluminación, percibimos que, en esencia, cambiamos nada por alguna cosa más. Para los vencedores, una elección fácil, para los perdedores un lado difícil, y para muchos, que no oyen las voces de sus cabezas como un norte, una elección en la forma de morir.
Las democracias se transformaron en espacios en donde las elecciones deben ser las más difíciles, el mal menor, por ejemplo, la medicina ácida para vencer la enfermedad más grave, como un choque térmico para curar un mal, cuya consecuencia es una neumonía. Si imaginamos que una enfermedad tiene posibilidades de cura, con medicinas confiables, la pregunta sería: ¿Quién señalará la dosis?
Nuestras elecciones son cada vez más difíciles, pensando en la sobrevivencia, pueden ser la razón del final de todo. De la humanidad, claro, y al mundo le gustaría.
Esas elecciones empiezan de una forma simple, como aquel que elige el aislamiento como una manera de protegerse a sí mismo y a otros, y aquellos que salen a comprar, pasear, pero, claro, lejos de la multitud, como si fuera posible hacer todas esas cosas sin nadie próximo. Siendo así, los puntos más distantes del planeta estarían ocupados. Y nos es verdad.
Claro que existen las creencias religiosas, de seres humanos que muestran su religiosidad en las imagines de los santos, que sus rezos se harán realidad, grandes historias de autoayuda, saliendo en la defensa de cosas indefensables y reproduciendo noticias falsas, con conciencia o no, ayudando a la diseminación del virus de la ignorancia, de la alienación. Mientras tanto, los virus reales se regocijan con la estupidez de algunos y el miedo de otros.
Hay un escepticismo en las palabras, pero hay esperanza. Algunos países revelan, a través del voto del pueblo, que las cosas necesitan ser ajustadas. Sin embargo, muestran un mundo dividido, no más en la ficción de la guerra fría, no más en un muro que dividía el mundo en dos partes. Él está dividido de una forma amplia, global, sin muros físicos, dentro de las mentes y manejado por las voces en las cabezas de algunos.
FUENTE DE LA FOTO: Photo by Letizia Bordoni on Unsplash
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