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Tomados de las manos

        Tomarse de las manos es conducir a alguien. Tomados de las manos, un hombre y una mujer dejan el altar de la iglesia rumbo a la vida. Una madre conmovida conduje a su hijo en su primer día en la escuela, o, aburrida, trae a su hijo a casa porque él hizo una travesura en la misma escuela en donde estaba.
      Tomados de las manos una joven pareja u otra en su madurez miran los escaparates, van a los cines, caminan en las aceras, algunos ya conociendo sus cuerpos desnudos, como si fueran los únicos en el mundo a pasar las manos y a deambular por los caminos del deseo.
         Y cuando uno de ellos sonreí para un escaparate y para su amor, intentan adivinar lo que el otro piensa, quizá no imaginen que aquellas miradas intensas intercambiadas son sólo por recordar del cuerpo conocido. Y continúan a mirarse sólo para que la sonrisa del otro se extienda hasta que una pregunta aparece en sus miradas iluminadas, como si preguntasen lo que el otro está pensando o sintiendo.
        Tomados de las manos dos chicos salen para juguetear en las calles, otros sólo para saludar al otro y, finalmente, para oír lo que cada uno de ellos desea decir.
     Tomados de las manos dos seres pueden conversar en silencio, pueden entregarse al sueño, imaginando que harán de sus sueños una continuación de la vida que se quedó interrumpida por la realidad.
        Tomados de las manos dos seres pueden interesarse por un objecto común, pueden apuntar con sus dedos en una dirección, y tomados de las manos se buscan, como un imán que los atraen y con el pasar del tiempo se imaginan conduciéndose hacia cualquier lugar solos. Las manos vacías ya no desean quedarse solas y quieren y sienten el calor del cuerpo del otro.
         Tomados de las manos caminan como si bailasen mientras una música toca en sus oídos y sólo ellos la oyen.
         Tomados de las manos están seguros, se apoyan, son abrazos que esperan sus complementos. Son pequeños pedazos del que virá, o satisfechos por lo que hicieron recién.
        Las manos que se tocan son relatos, son cartas que no necesitan escribir, son códigos, pequeñas señales pidiendo atención. Son ganas por decir algo. Pueden estar irritadas, separadas como pidiendo distancia y juntas como sintiendo confianza. Son enlaces que no se pueden romperse.
        La primera mano tomada, para una madre o un padre, es un pacto con el futuro y con los hijos. Entre los enamorados, les señala que un beso está viniendo.

Fonte da foto: Photo by Roman Kraft on Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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