Reparando alas de borboleta
Ella era azul y tenía alas poderosas. Su belleza sobrevenía por tener alas tan grandiosas para un cuerpo tan pequeño. Yo veía, desde mi ventana, su vuelo que parecía saltar sobre puntos imaginarios. Súbitamente, ella fue sujetada por una rama que el viento balanceó como si fuera una trampa de la naturaleza.
Se quedó parada, sorprendida, y se movió, despacio, como si hiciera pequeños esfuerzos para salvarse. El tiempo pasaba, sus movimientos se convirtieron en fuerza, de donde pequeños puntos negros, que se parecían a los colores de sus alas, en realidad fueron sombras extendiéndose, espadas hiriéndola, el débil tejido de sus alas.
La rama se mantenía firme y poco interesada por los esfuerzos de la mariposa, pero lo mismo no sucedía conmigo, y me sentí incómodo con el accidente. Comprendí que debería hacer algo, interviniendo en la naturaleza, escalando el arbusto para libertar la mariposa.
Una de sus alas tenía un pequeño hueco, y pensé si fuese posible reparar las alas de una mariposa.
Mientras balanceaba con cuidado la rama, la mariposa se libertaba y su vuelo, primero desequilibrado, de pronto se puso recto, aprendiendo a volar solamente con la fuerza de una de sus alas, porque no podía estar segura con la otra ala herida.
Lejana de mis ojos, la pequeña perforación se entremezcló a los colores de la mariposa, como si fuera otro color, distinto de los otros, ahora siendo parte de ella.
Leyendo sobre las mariposas, aprendí que ellas tienen una visión de 360 grados, y por eso ella miraría su nuevo color: una pequeña cicatriz de una batalla.
Reparamos nuestras alas de mariposas, aquellas que no vemos, ocultas dentro de nosotros. La belleza de ellas son las cicatrices que no exponemos, trofeos de la lucha que tenemos todos los días. Algunas veces, ángeles perdidos que caminan cerca de nosotros; quienes nos proporcionan pequeños gestos delicados; quienes nos ayudan después de una caída; quienes nos advierten sobre un peligro, son gente que nunca veremos más, sólo personas desconocidas, recordándonos que alguien está preocupado con las alas de mariposa que tenemos, y no vemos. Y somos, también para ellas, aquellos que dan motivos para gratitudes, de los buenos días o buenas tardes que los despiertan.
Esos pequeños hechos de cortesía son capaces de reparar nuestras alas de mariposa y nos enseñan a continuar volando. Y las pequeñas y grandes cicatrices son los colores que guardamos cuando reparamos nuestras alas.
Por eso, debemos bajar desde nuestras ventanas para ayudar a reparar las alas de mariposas.
Fuente de la foto: Photo by Beckett Ruiz on Unsplash
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