Pesadillas y sueños
¿Y cuándo despertamos con el frío del sudor en el cuerpo, y volvemos despacio a la realidad, recordando de algo que ocurrió pero no está más allí?
Las pesadillas tienen vida corta y nos asombran. Ellas nos dejan un sentimiento de presentir algo, un aviso o una premonición. Sueños maravillosos también al igual nos encantan y embalan. Los sueños nos traen un sentimiento de algo que podría convertirse en realidad, un deseo que se perpetua a lo largo del día.
Así dispuesto, en los sueños no podemos vivir porque no es posible construir un paraíso, y en las pesadillas no deseamos vivir porque es un mundo periculoso e inseguro. El mundo real y el mundo irreal funcionan así, construidos de pesadillas y sueños.
Vivimos entre esos dos mundos y nuestros deseos divididos por pesadillas y sueños, y deseamos pesadillas a los demás y sueños para nosotros.
Despertados soñamos y tenemos pesadillas. Cuando revivimos nuestro pasado e inventamos una historia posible, como si hubiéramos hecho un camino distinto del que vivimos, nuestra vida podría ser más feliz: eso es un sueño. Sin embargo, podemos convertir nuestra vida en una secuencia de hechos donde todo podría ser distinto de lo que vivimos. Este sueño puede convertirse en pesadilla porque se realiza en un mundo de sombras. Nunca serán realidades, y la frustración por no revivirlos es un tormento.
En los sueños aprendemos que la vida es tranquila porque ella sigue nuestros pensamientos y deseos. La pesadilla es la realidad concreta y no es posible ajustar las cosas a nuestros deseos.
Nos gustan los sueños y también las pesadillas. Ellas se conectan cuando nuestro sueño es provocar pesadillas y la pesadilla es la manera de estorbar los proyectos de alguien. El sueño y la pesadilla pertenecen a cada uno de nosotros y construimos puentes entre ellos.
Ese puente es llamado solidaridad. No existe pesadilla más grande que mirar las cosas y no poder tenerlas. No poder poseer es la peor pesadilla, la barrera que impide el sueño de todos. Hay ricos, que tienen mucho dinero y pueden soñar, pero sus sueños son pequeños e imaginar que pueden perder todo que tienen, los sueños se convierten en pesadillas. Por otro lado, hay pobres que tienen solamente sueños. Para ellos, la vida laboral es una pesadilla y también es una lucha, y solamente el sueño puede convertir la caminata más liviana.
Algunos conocen atajos en los caminos construidos y revelados por otros. A los demás, resta la caminata dura, desconocida y marcada por los recuerdos.
Origen de la foto: Foto de Simon Hurry na Unsplash
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