Peleas perdidas
A lo largo de la vida, aprendemos a leer las piedras que aparecen en nuestros caminos. Así, no debemos correr sobre las piedras porque podemos tropezar en ellas y caer al suelo. Desde luego, nuestra caminata puede convertirse muy difícil.
A lo largo de la vida no existen peleas perdidas, sino las que elegimos para luchar. Ganar una pelea no significa ganar un premio destacado. Elegir las peleas es una regalía y cuando las elegimos es también despreciar algún adversario que no vale la pena y la lucha será buena.
Las piedras en nuestro camino son piedras para ser contorneadas, rechazadas o puestas al lado, al igual que las peleas que decidimos enfrentar. Con el tiempo, aprendemos a leer las señales que las piedras nos envían. Muchas son lanzadas para atrapar a los imprudentes, ingenuos y crédulos que malgastan sus energías en vano. Por otro lado, a los listos les gustan las peleas como una oportunidad de aprendizaje.
Las peleas más importantes que enfrentamos son las guerras de las palabras cuando malgastamos nuestro tiempo intentando convencer a quienes que no quieren ser convencidos. El silencio es el arma principal de los que comprenden el significado de una pelea perdida, y una estrategia para sobrevivir en una atmósfera toxica.
Observar las piedras en nuestro camino es adivinar el próximo paso del adversario, la capacidad de leer la expresión corporal y el rostro de aquel a quien vamos a enfrentar. Existen adversarios que no valen la pena competir, y si hemos de hacerlo, es mejor esquivarlos. Esa actitud nos es cobardía o animosidad, sin embargo significa supervivencia, como en la guerra, donde todos buscan defenderse y proteger sus ideales o la tranquilidad para vivir.
Algunas peleas valen la pena no por alcanzar un premio u orgullo personal, sino por la oportunidad de ser testigo de una época, una década o un día cualquiera.
Las peleas memorables las mantenemos en nuestros recuerdos como fotos de un tiempo que no más volverá, y representan un rato o la esperanza de poder cambiar el futuro del mundo o el nuestro.
Las piedras son lanzadas contra nosotros y en las peleas también las devolvemos. Las piedras y las peleas encienden nuestra alma. A las dos buscamos rechazar y a las dos buscamos involucrarnos.
A lo largo del tiempo, una mirada sencilla nos enseña como rechazar las piedras y a elegir las peleas. Piedras y peleas son similares: algunas son grandes y leves, otras pequeñas y pesadas. Algunas son inevitables y para cada piedra hay una pelea y en cada pelea que luchamos podemos ser las piedras en el camino de alguien.
Origen de la foto: Foto de British Library na Unsplash
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