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Nuestras cosas

       ¿Por qué todo lo que el otro tiene, siempre a nosotros nos parece más valorado que nuestras propias cosas? ¿Qué tú sientes viendo a tus amigos, conocidos, desconocidos o celebridades exhibiendo sus bienes y sus éxitos en las redes sociales? ¿Sería envidia lo que sentimos delante de las posesiones del otro? Imaginar que se puede conseguir el mismo algún día, quizás por algún golpe de suerte o por exhibirse extravagante, en la internet, intentando ser un influencer o cosa igual, aunque no logramos influenciar nuestra propia existencia.
        ¿La envidia podría ser una cosa buena? ¿Podemos adueñar a nosotros algo positivo de la envidia que sentimos? ¿Ser una copia de alguien para conseguir lo mismo?
        Viendo los éxitos de otros, nos preguntamos si alguna experiencia positiva puede ser repetida. ¿Seguir los pasos del otro puede llevarnos al mismo nivel?
        La primera cosa es imaginar y pensar que son nuestras cosas. El que tenemos de bueno en nuestros adentros que nos traiga regocijo. Si los proyectos son posibles, factibles y ejecutables.
       Nuestras cosas tienen más conexión con nuestras posibilidades y límites que cualquier otra cosa. Antes de imaginar cómo copiar a los demás, tenemos que pensar en las posibilidades reales que poseímos para llegar al objetivo. La felicidad del otro no puede ser, necesariamente, nuestra felicidad. La felicidad del otro no necesita ser el camino para nuestra vida.
        La cuestión fundamental es saber si nuestra paz de espíritu – no la voy llamar de felicidad – está en la búsqueda por la riqueza y tener eso como el propio bien o vivir en paz, aunque sea en el anonimato de las redes sociales. Al final, deseamos vivir nuestra “felicidad” o copiar la felicidad del otro, si nuestras cosas son las “nuestras” cosas, lo que nos trae la paz de espíritu.
        Sentimos frustración al ver el otro más feliz o, supuestamente, feliz, y pensamos por qué no tenemos el mismo éxito.
       Algunos venden la felicidad y todo es como un juego en donde la gente la busca a través de un camino equivocado. Quien vende un camino, vende, también, su caminata y obtiene dinero con eso y rumba más rápido para su objetivo: ser rico. Sin embargo, ¿cuántos se convierten en ricos siguiendo la misma senda?
        Cuando nuestros proyectos de vida, nuestras cosas, son copiadas del otro que logró éxito, no somos nosotros que estamos allí, es la otra persona.
        Ser alguien no es ser alguien para exhibirse y mostrarse como son buenos y maestros. Ser alguien es pensar su propio proyecto de vida, tener un rumbo y colocar sus cosas en aquel camino. Nuestros pequeños éxitos son nuestros éxitos y no debemos colocarlos en un nivel abajo de otros. Es claro que deseamos una vida mejor y tranquila, y encontrar un camino en donde nuestras cosas tienen su lugar.
        La envidia no es buena, la admiración sí, aunque el que nos causa la admiración sea inalcanzable.
        Si en nuestro bolsillo no se puede contener las grandes cosas, busquemos colocar en él las cosas que más nos gustan.

Origem de la foto: Foto de Marissa Grootes en Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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