Nuestras caídas
Caídas en nuestras vidas son muchas. Nos recordamos siempre de ellas porque nos marcan y nos dejan experiencia de vida o rabia. Las caídas son una relación entre el amor y el odio. Caemos por muchos motivos: cuando el tiempo no está de nuestro lado; por una acción del universo en contra nuestras voluntades; por actitudes que tomamos sin pensar; orgullo; cobardía y muchas otras. Nuestras testarudas por desear cambiar el mundo y conectarlo con nuestros deseos, en algún momento intentando ser el único en tener la razón cuando el mundo nos pide humildad, algunas veces.
Todas las caídas son oportunidades para levantarse y empezar de nuevo. Empezar de una manera distinta. Sin embargo, podemos creer tanto en nuestras ideas que el miedo de la caída a seguir no nos asombra. Es la prueba de nuestra voluntad. Alguna cosa en el universo está en contra nosotros, pero, en realidad, alguna cosa en el universo desea mostrarnos como contornear el obstáculo que, muchas veces, está delante de nosotros y nuestra testaruda insiste en no verlo.
El aventurero no teme la caída aunque no conociendo el que le espera en el otro lado de la historia. Que lo desconocido es un ser para ser enfrentado. Los aventureros son maestros en caer todo el tiempo. Y al cuidadoso resta decir que nunca se cayó, pero también nunca tendrá la oportunidad de levantarse y mostrar su coraje y voluntad.
Nuestra voluntad pasa por los obstáculos aunque vea la posibilidad de caer delante de cualquier uno de ellos. Porque la voluntad es ciega para los lados y solo mira el camino adelante.
No debemos sentir culpa por nuestras caídas porque siempre nos levantamos para continuar – el que es pasado es pasado y el futuro es lo más importante. Es el mundo que rueda despacio como un dios que avanza más allá deseando que lo alcancemos.
Aprendemos con nuestras caídas y no aprendemos todo cuando nos levantamos. Eso es importante para nosotros. Es nuestro ojo que brilla, es la voluntad de hacer, es el coraje. Ver al obstáculo que no podemos pasar no es un desafío para superar, pero una manera de mostrar que existen otras maneras de continuar. Son las posibilidades que existen en los corazones de los aventureros y de los apasionados.
Nos apasionamos por nuestros deseos, y nos apasionamos por la belleza que se acerca a nosotros, y nos olvidamos que los deseos, así como las cosas bellas, están allí para calentar nuestras caídas y ellas sonríen porque nos levantamos para intentar alcanzarlas.
Fuertes son los que miran las heridas y las curan muchas veces, hasta que ellas se conviertan tan comunes que la caída siguiente tendrá poca importancia.
Débiles y fuertes caen y se levantan. Los dos se levantan después de la caída porque es imposible quedarse en el piso. El piso y el frío rechazan a todos. Mientras los débiles sienten miedo de la caminada y los fuertes se mantienen en ella, porque la caída siguiente es aguardada.
No valore por nunca ter caído, aprender a levantarse nos convierte en más fuertes en los dolores que nos marcaron.
Origen de la foto: Foto de Bruce Christianson na Unsplash
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