No a toda chica le gustaría ser bailarina
Algunas veces, o muchas veces, le gustaría practicar el fútbol o manejar cometas. No a todo chico le gustaría ser alpinista. Algunos, quizá, desearían ser cocinero, modista o, sólo, artista.
No todos desean aceptar un futuro probable, esquematizado. A las chicas les gustaría salir por el mundo, y no convertirse en una atracción turística de las visitas, delante de la mirada orgullosa de sus padres por sus hijas superdotadas. Y a los niños que lleguen siempre a la casa con sus caras sucias, tras una pelea o una lucha, para sus padres orgullosos, viendo que aquellas son cosas de hombres.
Si en la vida, no podemos alcanzar lo que deseamos, que tengamos lo posible tenerse, y no someterse a la voluntad de los padres, amigos, vecinos, tías y tíos: entonces, ¿Cómo puede un hijo ser médico y la hija ingeniera, si al hijo le gustaría cuidar la casa y a la hija le gustaría ser aventurera?
Mujer es la que debe vivir en el interior de una caja, y el hombre el que se marcha de ella en la búsqueda de aventuras. O aquella que se sostiene de puntillas en el piso y, algunas veces, salta, igual que la bailarina graciosa. O aquello que mantiene sus pies traviesos parados, sin imaginar a donde podrían llevarlo, estableciéndose en la casa para protegerla y cuidarla.
Ni todos desean aceptar aquel proyecto definido por la familia y ni todos desean cumplir los proyectos grandiosos de sus padres, porque son sus proyectos, aquellos que han imaginado, y, por ende, que los vivan ellos mismos.
Ni a toda mujer ni a todo hombre desea aceptar el proyecto futuro de ser madre o padre, pueden no desearlo y seguir la vida andando por otros caminos, abrazando otros hijos, frutos de proyectos imaginados de un mundo para conocer, esparcido por el inmenso globo.
Ni a toda mujer le gustaría ser bailarina de cuerpo y danza, y sí saltar por el mundo en la búsqueda de un sueño cualquiera y ni a todo hombre le gustaría ser aventurero, y sí sentarse en algún canto viendo el mundo pasar por delante, despacio, poco interesado en saber a donde él se va.
No todo futuro probable es bueno para alguien, porque el gran misterio de la vida es ser improbable. Es como hablar a cerca de libertad, hasta que conocemos a alguien, realmente, libre.
Conociendo la libertad, quizá la bailarina vuelva al regazo, pero trayendo otro tipo de danza, sin las marcaciones que le ordenaron ejecutar. No todo alpinista vive para alcanzar lugares encumbrados, intentando tocar al cielo, pero caminar por las partituras de música, enganchado en las notas que están allí suspendidas.
Ni todos desean ser alguien que se ha dibujado para él y ni todos desean tener, exactamente, lo que ha sido pensado para ellos, pero, quizá, realizar los proyectos de una manera diferente, llevados por una bailarina en sus interiores, que no cesa de danzar, o por un alpinista que llega cansado a la cumbre, sin salir del lugar en donde está.
Fuente de la foto: Photo by Nihal Demirci on Unsplash
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