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Las voluntades y la edad

        La edad, hoy, no es, simplemente, los años avanzando. Tienen una clasificación, cuando creamos la tercera edad y, actualmente, la cuarta edad, que dicen ser la mejor edad, y hay controversia.
         Esa agrupación es una manera de dar a los ancianos un estatus, una vida nueva ante la posibilidad de que ellos acaben en un asilo, o se queden en casa para contar historias repetidas.
Sin embargo, a la vez que el tiempo avanza, los deseos deben siempre estar en todas las etapas.
       Las ganas tienen contacto con los sueños, con las realizaciones, con la llegada al objetivo deseado. Esto lleva al sujeto ignorar al tiempo, olvidar de sus dolores, ganas de avanzar, de no abandonar sus objetivos y sueños. Soñar es necesario para todos, para todas las edades y agrupaciones. Cuando las búsquedas por deseos se pierden o, simplemente, no los deseamos más, el peso de la edad empieza llenando nuestros sueños con una lluvia pesada de tristezas, trayéndonos la oscuridad, y son las ganas de vivir, la búsqueda de un objetivo, el lugar en donde nos olvidamos de esos dolores.
       Voluntad es organizar objetivos. Si la rutina, que sea para todas las edades, es mayor que todo lo que deseamos realizar, es porque atribuimos importancia para cosas que se pueden adelantar, sin abrir espacios para que las voluntades se emplacen.
        Por supuesto que nosotros no debemos olvidar las tragedias que ocurren en nuestras vidas. No hay como huir de nuestro destino, de algo que está más allá de nuestras fuerzas. Pero, la voluntad es la única arma que nosotros tenemos para encontrar un lugar en donde podamos descansar, las voluntades son las herramientas para organizar el tiempo, para encontrar ése pequeño espacio donde ponemos nuestros proyectos, que se transformarán en grandes producciones erguidas sobre las decepciones de las tragedias de nuestro cotidiano.
        No son una fórmula de sobrevivencia, las voluntades, pero son las únicas medicinas que podemos ingerir sin la prescripción médica. Aquel pequeño espacio se convierte en el infinito, se convierte sin contestación, cuando cerramos nuestros ojos y pensamos en el futuro, aún él esté aquí o más allá. La voluntad es lucha, luchar para triunfar, aun así la victoria no sea para celebraciones, pero ella es sí, y debe ser celebrada.
         Para muchos, la lucha puede estar perdida, pero mirar a la cara de alguien a quién amamos, tener la voluntad de decirle que le gustamos, en la búsqueda de un beso que es el contacto entre el sueño distante y la realidad, es una voluntad para conservar siempre.
        Para el soñador, los sueños empiezan en nuestro interior, para los verdaderos soñadores, que se quedan perdidos y, todavía, continúan soñando, concluimos que aunque desistan, los sueños sobreviven como una prueba de que ellos nunca nos abandonan.

Fuente de la foto: morguefile.com

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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