Enseñar y aprender
El burro nunca aprende – no me gusta utilizar un animal para representar la imposibilidad de alguien de absorber conocimientos. Si lo pensamos bien, un burro, el animal, es un ser que no se sujeta al hombre. Simplemente porque el hombre trata que él haga cosas que no desea. Un burro, el animal, por supuesto debería ser un rebelde civil. Y no existe un comportamiento más valiente que este.
Un burro, en ese caso alguien rudo, no es aquel que nunca aprende. Es aquel que, apartadas las enfermedades físicas y mentales, es perezoso y rechaza aprender algo por su pereza e indolencia. Sin embargo, él se ajusta a cualquiera porque necesita de alguien para mantenerlo, sea intelectualmente o materialmente. Lo peor es que él se supone correcto en todo y se siente orgulloso de ser un estúpido a lo largo de su vida.
Por otra parte, existe el listo, aquel que erra y aprende con sus errores y actúa para que las cosas a su alrededor cambien. Él se sujeta a alguien o algo por algún golpe que ha sufrido y actúa para sobrevivir en medio de los estúpidos. Sin embargo, él tiene sus oídos y ojos listos para las oportunidades. En el momento adecuado vuela solo porque aprendió durante su supervivencia y conoce los atajos de la vida.
El burro, en este caso el animal, en algunos momentos ejecuta los encargos que el hombre le pide. En este caso, a cambio de alguna golosina. Por lo tanto, él lo hace porque recibió alguna cosa a cambio. Es una decisión inteligente o no y, por supuesto, depende de la golosina. Algunos negocian su libertad, incluso su honra, por cualquier golosina y otros negocian por el valor adecuado. Si lo pensamos bien, con la golosina adecuada se convierten en seres independientes, y no van a necesitar negociar nada más.
Más allá existen los sabios. Un sabio sería aquel que está arriba de todos, en esta escalera intelectual.
A los burros, en este caso los hombres, poco se les dan lo que hacen con ellos. E imaginan que logran una ventaja sobre todos. No comprenden que han sido engañados y siguen una zanahoria o cualquier golosina que les ofrezcan.
El listo busca sus errores y los corrige para evolucionar y convertirse en alguien independiente. Y no negocia su independencia por cualquier zanahoria. Él va aprendiendo con el tempo el valor de cada golosina y cómo obtenerla.
Los sabios observan el comportamiento de los demás; de los burros, en este caso los hombres, y de los inteligentes. Contabilizan las cosas y apartan las golosinas que valen la pena. La golosina es comprender la realidad. Contabilizan los errores y aciertos de los inteligentes e intentan comprender como las mentes de los burros, en este caso los hombres, funcionan.
Las enseñanzas de los sabios pueden ser vendidas a los burros, en este caso los hombres, y también a los inteligentes. Y venden las enseñanzas según el cliente. Los sabios pueden ver la vida de forma distinta a los demás. Son insubordinados como es posible y hacen lo posible por eligir las cosas inteligentes.
Origen de la foto: Foto de Element5 Digital na Unsplash
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