Enfrentando al enemigo
Enfrentamos muchos enemigos todos los días y en la vida. Enfrentamos la posibilidad de perder los empleos, no lograr pasar de una competencia que puede definir nuestro futuro, perder un amor, salud, seguridad y, por lo tanto, nuestra libertad. Todos esos enemigos funcionan como un grupo de malhechores, persiguiendo a todos, sin elegir a quiénes, por cualquier motivo.
No que esos enemigos existan por enemistad u otra causa, no es eso. Ellos son enemigos naturales que viven en nuestro cotidiano, viven en nuestro estilo de vida.
Ellos son parte del enemigo que nos asombra, que está escondido, que nos muestra su cara cuando perdemos el control sobre nosotros mismos.
El enemigo que vive en nuestros adentros el más codicioso, el más destructivo, lo que cosechamos a lo largo de los años. Viene de las derrotas, de la lucha por un empleo, de las cuestiones que no conseguimos solucionar y que podría darnos un futuro mejor. De la competencia que no vencemos, del rechazo de la persona amada, de mala suerte por tener una debilidad física que nos toma la libertad, el derecho de ir y volver, de conocer los lugares que deseamos.
Él está durmiente y aparece en nuestros desencantamientos, en nuestra mala educación, en el desprecio de la sociedad por nuestra origen, en la lucha desigual de las fuerzas que intentan balancear la convivencia en la sociedad.
Él aparece en la rabia que sentimos por no lograr la victoria que el otro logró, cuando no somos elegidos en la formación profesional o somos elegidos a quedarnos lejos del empleo deseado y no tenemos las cualidades que el otro las tienen. Un muro entre nosotros y nuestros deseos.
Él aparece en el disgusto, cuando no estamos preparados para aceptar la derrota y la comparamos con las victorias de otros, cuando elegimos ser el otro un modelo que no podemos alcanzar. Por el otro ocupar nuestros espacios, no seguir nuestros discursos, que imaginamos ser más verdaderos e importantes, por pensar que sólo nosotros conocemos el único camino posible.
Y parece que el mundo conspira en contra nuestros deseos y entramos en una rueda hacia abajo y nos quedamos insatisfechos, no imaginamos que es el momento que habremos de ser más creativos y equilibrados. Porque este enemigo no permite que sigamos adelante y está encubierto por el egoísmo. Él está en el desprecio que sentimos por las ropas del otro, por el caminar del otro, por ocupar “nuestros” espacios con sus comportamientos malos a nuestros ojos.
Si destrozamos este enemigo en nuestros adentros, posiblemente el mundo sería mejor porque nuestra fuerza, nuestra gana de cambiar todo sería colocar nuestros deseos en la realidad. Deseos posibles de ocurrir. Un paso a la vez.
Origen de la foto: Foto de GR Stocks en Unsplash
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