El ser y el parecer
Las apariencias engañan. Y hoy en día, cómo es efectivo. El parecer se adueña del poder y logra convencer a la gente de una realidad que no existe. Muchas personas se posicionan en ese cúmulo de vilezas: desde los ateos a los creyentes; desde el cortés al rudo; desde el egoísta al perdulario. Todo se fusiona bajo una atmósfera de esencias que no tienen olor, sabor ni tacto. Es, simplemente, la idea de no creer para que crean en nosotros.
Parecemos aquellos que no somos, y eso resulta fascinante.
Por ejemplo: cuando alguien es cortés, pero no esconde su grosería que vive en el brillo de sus ojos y en sus ademanes; cuando alguien vocifera fuertemente a Dios que está al mando de la humanidad, pero tiene un arma en su propia casa. En ese caso, Dios estaría trabajando en algún rincón del universo, lejos de aquí, y el otro, por tener un arma, cree estar ayudando a Dios si no llegue pronto. ¿Por qué no ayudarle?
Cuando la gente muy correcta y dueña de una moral impecable, que difunde en alto y claro como perfecta, no rechaza la posibilidad de engañar a los demás a cambio de una ventaja cualquier. Y la denomina como “expertise”.
El ser, hoy en día, no nos parece ser una cosa muy sana. Si somos los que buscan conocer realmente la verdad de las cosas, estoy seguro que no seremos una persona bienvenida. Si participamos del grupo seremos, sin duda, alguien raro para los demás. ¿Entonces, por qué deberíamos participar?
Por otro lado, algunos temen lo que desean, porque son las victimas de su propia sinceridad. Otros parecen no tener miedo de ser lo que sea. Al fin y al cabo, algunos se buscan estar al lado de los más agresivos y fuertes, porque imaginan una protección para cometer otras tonterías en compañía.
Existen aquellos que actúan de manera distinta. Unos son los que demuestran realmente lo que son y, por ser rabiosos, terminan siendo agredidos en las calles. Otros parecen ser una cosa que, en sus interiores, no es lo que pensamos, y se comportan así porque necesitan mantener apariencias y defenderse. Están al lado de los que atacan para parecer que los demás los imaginen así.
El ser y el parecer, hoy en día, necesitan de una dosis extra de coraje. Debe ser duro intentar ser lo que, realmente, son y enfrentarse al mundo. Por otro lado, muchos necesitan de una dosis de coraje para disfrazar lo que son.
El ser y el parecer son hermanos siameses. Son cuerpos que, divididos, no son nada. Para los que viven de apariencia es siempre necesario colocar los que no son en alerta.
Hasta este texto parece ser algo que, en realidad, no es.
Origen de la foto: Foto de Lachlan Dempsey na Unsplash
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