El momento anterior de la fiesta
El momento anterior de la fiesta es prepararse. Al salir a las calles nos preparamos como si fuéramos un regalo, listos para mostrar lo mejor de nosotros. Nuestras ropas nos envuelven como un papel de regalo, y nos presentamos a todos o a alguien en particular.
Somos así, un modelo para mostrarse o un modelo que nos traiga placer.
No es algo tan difícil. Hubo un tiempo en que alguien era honrado por su carácter o sus actos. Las personas lo miraban admiradas por lo que llevaba en su corazón y en su mente – sus pensamientos. Sus ideas no necesitaban ser publicadas pero sus actos. Los ademanes de caballero, como dar su propia vida para defender a alguien, con honor y… bueno, eso ocurrió hace mucho tiempo. En un pasado distante.
Hoy en día es un poco distinto. Mientras un sencillo ajuste en los cabellos y un zapato brillante en los pies, mucha cosa ha cambiado entre nosotros. A ese acto lo llamamos hedonismo – la cultura del placer individual y mostrarse al mundo. ¿Por qué no? ¿Al final, dónde estaría el placer? ¿Cuando lo sentimos, cuando nos exhibimos a alguien o cuando emocionamos al otro?
Nuestro cuestionamiento social, en estos tiempos, podría ser este – el culto a la propia personalidad. Un tipo de narcisismo personal, siendo que el espejo de Narciso es la mirada de codicia del otro hacia aquello que se puso una ropa con placer.
Sin embargo, el acto de ajustar los cabellos, dándoles un aspecto bello y estético, no se puede comparar cuando preparamos el corazón. ¿Cómo seria preparar el corazón y salir a las calles? Es una imagen muy poco probable. Sería como decir que nuestros ojos deben expresar lo que siente el corazón. Imagino que salir con el corazón preparado a las calles implica un estado de comprensión por las cosas que se suceden a nuestro alrededor.
¿Ajustar el corazón sería esconderlo? Intentar ocultar los males del mundo que los ojos ven para que el corazón no los vea?
La ropa puede ocultar las imperfecciones del cuerpo. El maquillaje puede ocultar las imperfecciones del rostro, pero el corazón para seguir escondido necesita endurecer el ama, sin disfraces.
No salimos a las calles para reparar el mundo, y tampoco debemos salir a las calles para convertirlas en algo peor. Si vemos como están malas algunas personas en las calles no debemos abandonar nuestro placer de sentir y ser.
Ponerse la mejor ropa y salir a las calles con los cabellos ajustados son maneras de cambiar nuestras opiniones sobre los demás y sobre nosotros mismos. Por eso, salir a las calles con lo mejor de nosotros en los corazones es intentar transformar el mundo en un lugar mejor.
El consumismo nos daña porque las personas hacen tonterías para poseer bienes, seguir la moda y adoptar los comportamientos sociales, en general. Y eso no está mal. No hay más que eso. El equilibrio, sin embargo, es buscar el placer para nosotros mismos y no para satisfacer a los demás o seguir las opiniones.
La fiesta es celebrar nuestro placer y proteger nuestro corazón para que no vuelva destrozado después de la fiesta.
Origen de la foto: Foto de Adi Goldstein na Unsplash
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