El amor insano
El amor es una insanidad. No existe una edad sana para encontrarlo. Es devaneo, es desconcierto, es una mezcla de gotas de miel en una taza de angustia. Es no creer cuando nos pedimos un corazón y creemos ser una cosa conquistada. Es robar un corazón y nunca haber saltado de un muro en medio de la oscuridad. Es sentir el ruido del viento carcajeándose en la campiña, es la calma segura de un lobo emboscado.
El amor es insano al comienzo de la juventud, en donde las miradas húmedas y las manos trémulas se encuentran. Él es calmo en la última edad, en donde el volcán se explota en sus adentros y se convierte en palabras.
¿Hacer locuras de amor no es insano? Aunque las locuras no sean locuras de acercarse a los muros altos del hospicio, sin embargo ante todo sacrificio de pasar días y noches pensando en el rostro de alguien, recordar la voz, sin duda, sabiendo que todo que fue dicho ahora no hubiera sido oído antes de otro u otra.
El amor es insano como navegar en un barco perdido en un mar amplio. Es insano tener el coraje de enfrentar cielos y tierras sólo para estar delante del rostro amado.
Es insano regalar toda la esperanza de vida y felicidad en las manos desconocidas de alguien y, así mismo, elegir vivir la calma del encuentro inicial en medio del caos, y vivir el caos pensando que él un día terminará.
El amor es el demonio lleno de falsas verdades, es el ángel delicado disfrazado en falsas mentiras. Las juras que juntan dos corazones no pueden, por un hecho matemático, ser iguales entre ellas. Si fuera una ecuación sería inexacta, sin embargo somos obligados a demostrarla y ejecutarla. Es una mentira que sobrevive porque vivimos la fantasía que somos todos eternos. O, al menos, creemos en esta fantasía y siempre nos lanzamos en sus adentros. Sólo la locura cree en eso.
Buscar otro amor cuando él termina es pelear con la esperanza en contra la realidad. Sólo curamos el amor con otro amor. Luego es insano buscar la cura usando la propia enfermedad. Y no hay insanidad mayor.
Fuente de la foto: Photo by Ehimetalor Akhere Unuabona on Unsplash
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