Dormir con ella
No me es posible pasar la noche sin ella, estoy seguro al decirlo. Cuando la oscuridad de la noche está próxima, yo pienso en la próxima etapa y, todavía, con los ojos bien abiertos, miro a través de la negrura que subyuga el dormitorio, e intento descubrir, descifrar, cómo ella vendrá vestida.
Juntos, tenemos una contraseña, o algo parecido. Primero cierro los ojos e imagino algún lugar cualquiera, esos que se quedaron perdidos en el pasado y me decido a seguir un rumbo, un nuevo guion en mi vida, lo que sería en el futuro.
¿Amante, cuál sería? ¿La profesión, cuál tendría? Y lo que decidiría estudiar, intentando otro pregrado, otra información, que conozco en este futuro que vivimos, y la llevamos para el pasado que revivimos.
!Listo¡ La cama está perfecta y ella está acostada a mi lado. Nosotros empezamos, entonces, poniendo piedra sobre piedra, inventando caminos, y… ¡Ah! ¡Claro que sí! Los diálogos son perfectos y encadenados, y el oído, al final, oye aquello que se olvidó, en la hora cierta, el sí y el no, controlado, colocando las cosas en su lugar propio, y así se va siguiendo al mundo, por un camino paralelo, con cuidado.
Alguna cosa es susurrada, por cierto, y rehacemos toda la trayectoria; empezamos por la manera que se quiere; para que toda la caminata llegue al lugar deseado. Aquel elogio, que debería ser dicho, gana la vida; el beso que se quedó preso esparciéndose logra aires de amante; él es caliente, más maduro, más tenso; ninguna de las tonterías que fueron dichas, en el formato y en la hora errada. Dios me dejas libre, son abandonadas de pronto y se queda aquel dicho por no dicho.
En realidad, solamente con ella al lado, la felicidad existe. ¿El mundo? ¡Ah! ¡El mundo es bien distinto, para los otros, por supuesto, que no son parte de aquél círculo! Pero, para los prójimos, no, no, todo se queda distinto, harmonioso y los momentos tristes son rechazados.
Las maravillas surgen múltiples. Nos abrazamos y nos quedamos juntos allí, pensando, en los murmullos de las voces, diciendo cosas dulces el uno al otro.
¡Qué mundo, entonces, pasa a existir!,El sueño llega y quién sabe si en los sueños aquellos sueños no continuaron.
Antes del día iluminar la ventana y, todavía, esperando que el sonido del ruiseñor y no de la alondra, los ojos aún cerrados, a los oídos llegaron otros sonidos, que intentan permanecer en la oscuridad. Ella va saliendo, despacio, abandonando nuestro nido, esa loca imaginación.
Después viene aquel desánimo, que cae dentro de nosotros, una realidad cruda e iluminada, dejando la mente con marcas fuertes, preguntándose, como una cicatrización: ¡Dios mío, por qué no fue así que hice yo!
Fuente de la foto: morguefile.com
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