¿Dónde está el dolor?
¿Podemos imaginar el dolor de un jugador del fútbol que se cae en la cancha, contorciéndose luego de sufrir una falta muy dura? Él puede reaccionar de muchas maneras, incluso quedarse con el rostro pegado al suelo, rechazar con palabrotas al adversario que llega para disculparse o puede alzarse tranquilo cuando el árbitro, muy bien localizado, recusa señalar la falta.
En los Reality shows, los personajes se sienten ofendidos y lloran cuando los demás le hacen algo que se les ponen en situaciones sin ventajas. Utilizan secretos, chismean o apuntan sus defectos de carácter.
Todo ello es parte de un espectáculo o entretenimiento, aunque el fútbol sea una competición abierta, como el circo, las fiestas en las calles o, algunas veces, en locales cerrados en donde solo los privilegiados pueden ver las trampas que envuelven los personajes. A veces, un teatro de cosas previsibles aunque sea en la cancha o en la TV.
El fútbol aún tenemos las cosas no previsibles porque es parte de la esencia del juego, que provoca los gritos y manifestaciones de los hinchas. En los Reality solo imaginamos las reacciones del público cuando eligen la celebridad del momento o la gente charla en las calles.
El fútbol es un espectáculo y los Reality un teatro, sin embargo, ninguno de ellos excluye el dolor. Lo importante es que el público necesita ver el sufrimiento de los participantes. Muchas veces influenciado por las peleas entre los personajes que representan sus papeles como los que sienten el dolor o pasan la idea de sentirlo.
El jugador del fútbol que se deshace en dolores, contorciéndose en la cancha, los cotilleos y las intrigas de los personajes en los Reality son, para el público, una manera de saborear y sufrir con el dolor de otros.
No son los dolores y las intrigas teatrales que sufren los pueblos en los distantes rincones y hogares en África y alrededor del mundo. Como también los atentados, aunque la guerra sea la mayor expresión de dolor en el mundo.
Esos dolores están lejos de nosotros, cuando los vemos desde nuestra zona de comodidad, porque nuestros sillones no explotan. El público es más conectado con las teatralidades de los personajes porque pueden manifestarse del que con la realidad dura de las tragedias de los pobres y personajes reales de la guerra. Aunque los dolores sean reales, estos dolores no nos afectan porque no hacen parte del espectáculo.
Nadie conoce o conocerá el dolor de los demás, el dolor real que ellos sienten. No sabemos localizarlos a menos que esto dolor nos alcance. El dolor del jugador del fútbol que se contorsiona en la cancha, el lloro de alguien que sufre lejos de nosotros, o el dolor de los que sufren en los reality son los dolores de nuestro tiempo. Somos el público y criticamos los personajes, como si fuéramos inmunes a los dolores que ellos sienten.
Origen de la foto: Foto de Road Trip with Raj na Unsplash
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