¿De dónde viene el tiro?

19/12/2023 Nilson Lattari

¿Cómo podemos avaluar las buenas intenciones de alguien que decide ayudarnos? Fraudes y estafas empiezan con buenas intenciones, por ejemplo. El principal objetivo es seducir y conquistar la confianza del otro. Acercarse a él y tener el control de su mondo y de su vida. Controlar a alguien pasa por un encantamiento y un disfraz de alguien muy bien intencionado. El objetivo del defraudador es encontrar a personas o grupos que, sin rumbo, sin autoestima o conectados con prejuicios o ignorancias muestran ser las victimas perfectas.
La mano que ofrece está siempre arriba de la que recibe. Porque la mano no se extiende al otro para fortalecerlo solamente. Por eso, para que un fraude acontezca, sea desde cualquier perspectiva, pasa por la venta de algo que el otro necesita, o el otro imagina que quiere.
Las estrategias utilizadas por defraudadores es eligir exactamente un tipo de persona que es más débil que los demás. Normalmente, un huérfano que ha pasado por desilusiones o vivió una tragedia en su vida. Sean huérfanos de alguna familia o de algún amor qu no es correspondido.
No hay diferencias entre el defraudador y el falso líder que vende sus ideas. Y la fragilidad de los seguidores puede existir por la falta de reflexión del mundo desde un punto de vista muy particular, diseñado en los adentros de un débil; un lugar perfecto para explorarlo. Fanáticos son huérfanos en la búsqueda de un líder que los represente. Los miedos del defraudador y del líder es que el seguidor vea el mundo afuera de sus valores .
El mejor rincón para ocultar supuestas buenas intenciones son las instituciones que, por principio, deben seguir una vida perfecta y honesta, buscando un mundo mejor.
Ni el líder ni el fanático se ocultan en sus propias vidas, a lo mejor ellos nunca muestran lo que son y en donde viven. Ellos siempre viven en el interior de una institución, diciendo a la gente cosas que a ellos mismos no lo creen. Entretanto, hay buenos y malos en su interior. Pero nada es mejor que ocultar la maldad en medio de la bondad. Entonces, la mano que da al otro algún bien se coloca en un nivel superior; en el altar de una iglesia, vistiendo un uniforme de autoridad o delante de una audiencia.
Todos los que practican el bien se acercan al prójimo para ayudarlo, pero no todo que lo practica propaga el bien verdadero.
La mano que da es leve y silenciosa, es afectiva y acogedora. Ella es un puerto seguro para el que cayó en el fondo de un pozo de angustia o es huérfano del mundo. Entretanto, nosotros no sabemos de donde saldrá el tiro que nos va a alcanzar, porque la misma mano que nos da el bien puede ser la que va a buscar lo que nos ha dado. La mano de la bondad tendrá nuestra gratitud. Si ella va a seguir su rumbo y continuar su camino, con el permiso para que tengamos nuestro propio camino ella puede representar el bien con todo su sentido. Pero, si ella se mantiene cerca de nosotros como si fuera un policía, nuestra miente debe estar lista para rechazar futuros peligros.
Dar sin mirar a quienes es un acto profundamente cristiano y hermoso. ¿entretanto, cuántas manos se extienden solo porque eligen, exactamente, un perfil particular? El mal se disfraza en el bien porque en el bien todo se encaja.
Recibir también es un acto de bondad que hacemos a nosotros mismos. Pero, la conciencia debe estar siempre lista porque el peligro vive, muchas veces, cerca de nosotros más allá que lo imaginamos.