¿Cuál es tu edad?
Para algunos la pregunta es ofensa. Un sentimiento de pérdida de identidad que no se ajusta. Explico. Cuando consideramos mayor a un joven, para algunos es elogio, una señal de madurez y para otros algo como ¡Mira que la gente piensa! Y a la vez una percepción de pérdida cuando somos considerados con edad distinta. Se nos parece que el tiempo pasó y no lo vivimos.
Existen muchas maneras de responder a eso. Con una risita de desprecio, una carcajeada, un brillo en los ojos, demostrando regocijo porque cuidamos de nuestro cuerpo y tenemos una genética buena y bendecida. O vemos una ironía en los ojos del otro. Puede ser una broma, puede ser sincera o las dos. Y, claro, el elogio que todos dicen: ¡Qué bueno, no te pareces tener tu edad!
Las mujeres, alguien dijo, al final no se quedan viejas, ellas se convierten en rubias. ¿Y los hombres? La cultura valora los cabellos encanecidos, un tipo de rito de pasaje. Confeso que, para los hombres, las cosas sean más fáciles. Sin embargo, también me pregunto si las mujeres no son crueles con ellas mismas. Yo no sé, no puedo responder a eso. Algunas quitan los cabellos largos por cortos cuando llegan a madurez y eso las denuncia. ¿Por qué motivo usar los cabellos cortos y asumir una identidad que no se ajusta a sus vidas?
Bueno, la respuesta sería decir que la edad es el tiempo que continúa su jornada, y a él poco importa lo que acontece con nuestros cuerpos y las ropas que vamos a vestir. La edad podemos asumirla, pero nunca en demasiado. Sentirse viejo es como una píldora de desaliento que demostramos con nuestras ropas y hábitos.
Podríamos decir que tenemos la edad suficiente y no necesitamos decirla a nadie y tener la juventud suficiente para vivir el momento actual. La edad nos denuncia cuando renunciamos a cosas que nuestro cuerpo no ejecuta perfectamente y ella se renueva cuando encontramos nuevas maneras de vivir la vida de una manera distinta de antes. De un tiempo que vivimos y lo valoramos después haciendo del viejo el nuevo. Cuando somos jóvenes experimentamos cosas y cuando envejecemos continuamos a experimentarlas, conociendo las doses de cada una de ellas.
Quizá, esa manera de vivir sea nuestra real edad. Respetar el tiempo, volverse contra él. Y, claro, verlo como el enemigo que debemos golpear. La batalla es dura, él, al final de todo, será el vencedor. Nuestra edad es la gana de luchar y reírse de él, como el luchador que se reí de su verdugo y le da la sensación que no es el vencedor.
Fuente de la foto: Photo by Rod Long on Unsplash
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