Crónica del amor profano
Mi nombre está en tu agenda como algún nombre más. Sin embargo, sin coraje, no escribiste al lado la palabra placer. Para mí, tú no necesitas de palabras, aunque versos bien puestos. No necesitas de alguna cena alumbrada por velas encendidas y no es necesario crearme alguna atmósfera romántica. Soy frívolo, soy leve, soy fugaz, soy la vela encendida que ilumina tu soledad.
Mis ropas son un paquete que se desenvuelve como algún regalo, como cajas conteniendo zapatos, ropas que, alegremente, fueron compradas en alguna tienda elegante, en algún supermercado, algún lugar cualquier y colocadas en el piso del cuarto o arriba de la cama antes de amarnos.
Puedo reír si tu quieras, puedo ponerme las ropas que ti te gustaría ver. Puedo llegar como si temiera algo, pidiéndote protección. O puedo dejarme golpear si eso es tu deseo.
Soy débil, soy frío y mi aspecto es lleno de falsedad que tú crees ser verdadero. No me importo el color de tu piel, si tienes dinero y seré el más próximo posible de tu imaginación. Para darte la impresión de que es mi dueño.
En mis adentros, sonrío. Si tú pudieras imaginar lo que yo pienso y que mi cuerpo está allí pero mi alma nos es posible estar. Soy frívolo o frívola. Soy algún objecto de uso, soy el objecto de algún acuerdo.
Soy capaz de decirte palabras que tú deseas oír y escucharte como si tus palabras fuesen importantes para mí.
Soy un amor comprado. Estoy en venta, y cuando tú tocas mi cuerpo siento asco, mientras tus manos pasan por él, sólo para que tú sientas placer, posesión.
Estoy disponible, puedo ser alcanzada por alguna llamada al teléfono, para programar algún encuentro, bajo un acuerdo financiero. Eso es para los que, como tú, no son capaces de pedir a alguien que los amen. E inventamos ser una pareja apasionada y que se envuelve en la cama.
Cuando me voy, tú no puedes comprender el aliento que siento en mis adentros. No me voy a perder mi tiempo para vigilar tu sueño. Aunque acariciar tu cara como si tú me hubiera dado el placer.
El único instante cuando alzo mis manos es para tomar el pago por el placer que te di. Cuando cierro la puerta de tu casa tú te quedas solitario. Quizá lloras porque no logras el amor real, para engrandecerte durante las contiendas de parejas, en las sonrisas espontáneas, viviendo en tu hogar, leve y sin ser frívolo.
Origem de la foto: Foto de Joanna Kosinska en Unsplash
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