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Amores platónicos

        El amor platónico está más conectado con la imaginación del que cuando contemplamos a uno o una amante. Ese amor desea alguna cosa, sea alguna cosa física o no. Es como planear algo para lograr un objeto de deseo que vive lejos de allí. Sin embargo, podemos vivirlo en nuestra imaginación. Podemos crear un universo particular en donde todas las cosas buenas se sucedan e imaginamos un final feliz para nosotros.
       A los platónicos resta mirar un amor que sienten por alguien, verlo pasar delante de sus puertas, charlar con él en un entorno escolar o en el trabajo. O, simplemente, alguien que es posible encontrar en el autobús, cumpliendo el mismo horario y lugar. Es una contemplación que llena un vacío en la existencia. Se imaginan acercarse y charlar con él o ella. Y ese amor presunto les dará todas las respuestas que esperan escuchar.
      Esto sucede en un mundo real, en donde vemos a alguien y podemos sentir su perfume, su olor, escuchar su voz y verlo en un compromiso imaginario en nuestra mente.
         ¿Cómo sería el amor platónico en un mundo virtual?
       De repente, encontramos a alguien en la calle, investigamos su nombre y lo que hace en las redes sociales y sabemos todo sobre aquel amor. Miramos sus sonrisas, conocemos sus hábitos, en donde trabaja y lo que le gusta. Y no necesitamos encontrarnos en el mundo real y saber de sus proyectos de vida.
        El amor platónico se convierte en voyeurismo, alguien que acecha al otro solo con un sencillo tocar con los dedos en el teclado o en el mouse. El cursor se mueve y acaricia aquél rostro como si él pudiera responderle. En ese amor platónico, podemos disfrazarnos de alguien que se acerca, hace preguntas, aunque él dista, físicamente, mucho de allí.
        En ese amor platónico virtual, podemos intercambiar sentimientos en la velocidad de la internet, escondidos tras una pantalla de ordenadora. Allí podemos ser lo que deseamos. En el opuesto, en la vida real somos lo que somos en realidad, sin mentiras, sometidos a críticas e ironías. En el mundo virtual podemos ser crueles porque no hay barreras, o amorosos cuando la timidez del mundo real no lo permite.
El mundo platónico virtual es el mundo de los tímidos, de los que no son valientes en las aventuras amorosas. En él, los tímidos ganan vida y se convierten en todo lo que no son y se transforman en lo que sus objetos de deseos desean.
La imaginación es que invade el espacio del otro, creando la curiosidad de conocer a alguien que, supuestamente, es todo lo que se desea.
Platón le dio su nombre y los hombres lo convirtieron en un fetiche más allá de la imaginación.
Hay un particular platonismo cercano de la cobardía y la baja autoestima. Y el mundo virtual ha creado aventureros escondidos en sus sillas y pantallas de computadoras. En el mundo virtual, despertamos a todos los involucrados. Y el mundo virtual muestra todo el encantamiento de los cuentos de hadas, girando en un mundo imaginario.
El amor platónico se concreta en el mundo real a través de la fuga, y en el mundo virtual de una falsa valentía.

Origen de la foto: Foto de Rainier Ridao na Unsplash 

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Nilson Lattari

Nilson Lattari é carioca, escritor, graduado em Literatura pela Universidade do Estado do Rio de Janeiro, e com especialização em Estudos Literários pela Universidade Federal de Juiz de Fora. Gosta de escrever, principalmente, crônicas e artigos sobre comportamentos humanos, políticos ou sociais. É detentor de vários prêmios em Literatura

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